Hay pintores de todos los talantes. Unos dicen de sentarse en su estudio y ya casi no se levantan de por vida. Quedan instalados en ... lo sedentario y, haciendo acopio de frutas, eligen el bodegón como modelo. O el mero paisaje de su particular entorno. O el retrato de gente más bien cercana. No es el caso de Pedro Cano, que atribuye a su quehacer una vocación viajera. También imaginativa y hasta ingeniosa. El de Blanca no reposa nunca. Pinta en Blanca y también 'lo de Blanca' (como ya he cimentado más arriba) pero, cuando te quieres remirar, lo ves yéndose o regresando del mundo. Recorre todos los caminos que se le pongan por delante. Unas veces lo llevan a Roma, y por eso es ya medio romano. Pero también a otros lugares, sin prejuicio ninguno. En todas partes se siente y actúa en plan pintor.

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Tampoco se llama andana cuando toca imaginar. Usando, aunque tampoco siempre, la Fundación que lleva su nombre, prepara sucesos artísticos que convocan a desconocidos que, sin embargo, se interesan por el oficio de pintar. Ni siquiera en tiempos raros como este que soportamos ahora, conseguimos que se esté quieto. En estos días te lo encuentras atareado en un taller titulado Pintura al Agua, pensado para veinte pintores españoles y extranjeros, a los que tiene algo que enseñar.

Estos encuentros didácticos, también de intercambio supongo que enriquecedor para todas las partes, tienen lugar en medio de la Naturaleza más variopinta. Al lado del río que se deja caer en una cascada, bajo los eucaliptos que el viento peina o en una casa muy vieja de una calle estrecha y empinada de la misma Blanca. El pintor es novio de la Naturaleza y sale a pasear con ella del bracete. Ahora sabemos que anda fascinado con un limonero, en el paraje de la Huerta del Zurdo, que produce tres cosechas al año. Y solo por eso dice Pedro que constituye para él un desahogo. «Es como una bendición –explica–, porque la Naturaleza me da así la oportunidad de pintar un ciclo de vida hasta en tres ocasiones seguidas».

Otras veces le basta con una sencilla flor. O con las ruinas de Grecia mismo.

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