Cuentan los libros que, en la cruz de madera de una tumba, escrito con palabras apenas legibles, casi borradas y con una letra torpe, alguien ... escribió: «La vida es esperanza, la muerte es olvido». Está bien. Resume más o menos la experiencia de estar aquí o allá. Pero, en el caso de ciertos fallecidos, la circunstancia en que llegaron a ese estado de silencio y frío, nos obliga a mantener activa la memoria.
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Hablo de las personas que mató la Covid-19. Concretando algo más: a las que murieron (muchas en residencias) por no recibir a tiempo la atención requerida. Recordemos que no funcionó 'la cosa pública' para atender con eficacia a quienes, siendo viejos o afectados por alguna patología (o por esto y aquello) fueron plato preferente del voraz e invisible enemigo.
Aquellos muertos que no terminan de irse de tu pensamiento. Se han marchado pero siguen entre nosotros, como si estuviesen esperando alguna reparación. Fueron cayendo en pocos días. Y había en el ambiente que llamaré 'oficial' un empeño de practicar sobre la marcha el borrón y cuenta nueva. Y sin publicidad. A eso ayudaba el desorden que se había apoderado de la sociedad. Todo lo justificaba la emergencia ante una situación calamitosa, nueva y grave. Determinadas actuaciones era más 'político' hacerlas a la chita callando. Aunque los que iban muriendo, aun no pudiendo decir ni pío, fueran un clamor.
No te abandona el recuerdo del amigo al que dos operarios disfrazados de astronautas, tras presentarse en su casa de Madrid, metieron su cuerpo en un saco de plástico, cerraron la cremallera y dejaron dicho que, dada la acumulación, tendría que ser incinerado... ¡en Jaén! Y, bueno, que ya les mandarían en su momento las cenizas. O aquel que llamaba sin parar a los teléfonos de auxilio, relataba sus síntomas y le respondían que se quedase en casa y se observara con minuciosidad, para comprobar si tenía el virus dentro. Y al final tuvo que presentarse a rastras en La Paz, porque notaba que se moría. Y tantos otros. Es verdad que hubo heroicidades aplaudidas. Pero también dejaciones silenciadas.
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¿Incluiremos a todos esos muertos en el estúpido e importado 'Halloween' de estos días?
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