Nuestro mimado Real Murcia

¡Ay, madre! Que estamos asistiendo a una con otra, que el equipo (aunque ha regresado hace poco a pimentonero en los colores) está hecho lo que se dice un penco. No hay manera de que camine con bríos. Todo es perder, nada es ganar. ¿No es verdad que llevamos ya demasiado tiempo sin levantar cabeza y, por lo mismo, sin recibir ninguna gratificación, digamos moral?

Cuenta el Real Murcia con una afición entusiasta como pocas, tiene accionistas por todo el orbe, desde la grada (y desde la misma casa de uno) se sigue con pasión y temor cada encuentro. También con ilusionada esperanza. Pero no hay tu tía. Asequibles al desaliento, los jugadores flojean, contrastando así con unos aficionados inasequibles a la decepción. El Real Murcia es como un niño mimado. Aunque no consiga dar pie con bola, tiene el cariño de los aficionados y la simpatía de los murcianos en general. Le hicieron un estadio estupendo (y no solo para poner vacunas, que también), sino para lucirse sobre el césped. Y como si nada. Recordemos que, en su modestia, la vieja Condomina tuvo al equipo en Primera.

Hace nada, como digo, prometen hacerle al club una Ciudad Deportiva al lado del Enrique Roca (allí juntica, vaya). En una parcela que fue de los Samper, adquirida ahora por KBusiness, Tornel y Ramos. ¿Y cómo responde el equipo? Perdiendo en casa un Xerez con equis. No me estoy metiendo con nadie. Me consta que los jugadores, los técnicos y los directivos hacen lo que pueden. Si por ellos fuera, ganarían todos los partidos. Pero pasan los años y no hay nada de eso.

-Quizás alguien les haya echado mal de ojo. Al Murcia y al Mar Menor.

¡Qué sabe nadie, si a eso vamos!