Como en los tiempos que corren se acaba sabiendo todo (menos aquello que no quieren que sepamos) me llega una noticia psicopsiquiátrica que...

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–¡Ya ... empezamos!

¿Cómo que ya empezamos? Vamos a ver. Uno está (aunque yo mismo no sepa muy bien el porqué) con el ánimo de acompañar al lector en sus cuitas y en sus alegrías.

–Venga, vale. Siga usted.

Es que, joder, parece como si uno estuviese aquí para molestar. Yo vengo a ser (en pequeñito, claro) como Moncloa o San Esteban, que tengo obligación de contribuir a la felicidad del contribuyente. Y llevamos tantos años juntos, que no puedo esquivar esta obligación. Si me entero de algo, pues lo comento, procurando entretener y no ponerle mal cuerpo a nadie.

Allá voy. He leído que, para luchar contra al cambio climático, lo que hay que hacer es no agobiarse. Resulta que el 67 por ciento de los jóvenes entre 18 y 23 años sufren ansiedad por el temor que les produce el cambio climático. Según se van haciendo mayores, el porcentaje desciende. Hasta un 42 por ciento los muchachos en los mayores de 56 años. Me creo yo que esto último se debe a que, conforme te haces viejo, además de más pellejo, le vas viendo al vivir su verdadera índole y acaba dándote todo lo mismo. Por eso solemos hablar de 'morirse de asco'.

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Si tenemos un mínimo de caridad (o como queramos llamarlo), nuestra preocupación debe centrarse en la juventud. No puede ser que, por miedo a cómo va a involucionar el clima, se nos pongan mohínos, tristones e inapetentes. O sea deprimidos. Porque, entonces, los pobrecillos (que a fin de cuentas son nietos nuestros) lo van a pasar muy mal. Visto lo visto, los psicólogos y los psiquiatras, que en España abundan menos de lo que convendría, dicen que, en lugar de arrugarse, lo que tienen que hacer los jóvenes y las jóvenas es venirse arriba. O sea enfadarse. Tirar palante, como si dijéramos. Algo así como cabrearse. Los especialistas proponen practicar la furia. Ejercer el desorden dentro de un orden. Cantarle la gallina a la autoridad incompetente.

En resumen: ¡Leña al mono y Viva España!

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