Ya lo dijo aquel. –¿Quién?

Publicidad

No me acuerdo, pero alguien. No sé si Mota y su gente o el presidente de la Real Academia. Explicó ... que llegaría un tiempo en que seríamos testigos de sucesos extraordinarios, nunca antes vistos.

–¿Se refiere a responder a todo '¡Genial!', aunque solo sea aceptable?

Por ejemplo.

–¿O a saludar: '¡Que tenga un buen día!', copiando de las películas americanas?

Pues también. Pero en esta ocasión aludían a: '¡Cosas veréis!', o sea sucesos extraños y sorprendentes. En concreto, la temátic de los piojos.

–Los piojos, bien mirados, son aún más viejos que la sarna.

Estoy de acuerdo, pero en los días que corren se ha conseguido unir el piojo, tan antiguo, al móvil, tan moderno. Con el aparatico, visto que, también sirve para tomar fotos, hacemos selfis. Y sucede que, en siendo dos las identidades que se retratan a la vez (y con las cabecicas juntas), los piojos de una se pasan a la otra y viceversa. Esto da lugar a una curiosidad chocante, como es que, volviendo a esa concreta plaga, hayamos aterrizado con la mente en los años de la postguerra, cuando hasta en el consejo de ministros mandaban los piojos. Desde una perspectiva estratégica, el piojo en sí mismo considerado fabrica unas intercomunicaciones muy estrechas.

Publicidad

A partir del selfi, la piojera trabaja en dos territorios. Y con tanto entusiasmo que provoca picores a manta en cabeza propia y repulsión histérica (e histórica, como la subida de la luz) entre aquellos que los detestan. Pero, sobre todo, entre los que aún no los han pillado y temen ser aún más que objeto de deseo por parte de los ftirápteros, que así es como llaman científicamente a los jodidos bichos.

–¡Por nadie pase! –dice una angustiada mamá.

Como ya habrá advertido el lector, al cabo de los siglos está teniendo lugar un asombroso machihembrado (término con el que gustaba epatarnos insistentemente Umbral), entre la más remota antigüedad y la más cercana modernidad. Lástima sea que estas dos invasiones estén haciendo estragos entre los más pequeños. La del piojo, por la picacera tan insoportable; la del móvil, por demasiadamente adictiva.

Publicidad

(Úsese peine espero y revístase la oficiante de muchísima paciencia).

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes por 1€

Publicidad