Cada vez que los ríos de por allá arriba dicen de desbordarse, los políticos (sean del color que sean) introducen en sus arengas la misma ... música. «Hay que establecer en toda España –claman– una regulación hidrológica». Finiquitado el discurso, desenchufan los altavoces, guardan en la 'fogoneta' el aparataje y se van a otra parte con el fervorín. Es lo que han hecho estos días, con motivo de los desbordamientos en los caudales norteños.

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Ambos lideresos, Sánchez y Casado, se acaban de manifestar parecidamente. Dentro de lo que cabe, desde luego. Y si alguien no lo remedia, visto cómo corre que vuela el cambio climático, tendrán que expresarse de la misma guisa cada vez en mayor número de ocasiones.

–Así pasan los días, y tú desesperando.

Pues sí, señora. Eso reza la canción, que es la misma que contiene lo de «quizás, quizás, quizás». En un país como este nuestro, donde en una parte sobra el agua y en la otra falta, hablar de cuencas autosuficientes se presta a engaño. Quienes proponen la autosuficiencia son los que tienen el agua. Quienes la necesitan no pueden autoapañarse, como no sea que los otros les manden los sobrantes. Se dice que, en una visión nacional de esta problemática, nos topamos con inundaciones y sequías. En las dos circunstancias manda el lamento. Me acuerdo de aquel vendedor ambulante que, en mis años mozos (instalado en la Platería, al pie de los almacenes de La Alegría de la Huerta), anunciaba mediante cantinela tristísima su mercancía: «¡Escapularios y medallas!». Y esto es lo que hay, más allá de los discursos de ocasión de nuestros políticos. Un buen hombre, a la hora de la siesta y con la calle vacía de gente, lamentando en vano su soledad.

Cuando llegan las riadas, todo el mundo se ecoenfada (ya hablaremos de esta expresión novísima) viendo el grave desperdicio de aguas que la Naturaleza comete cuando se chulea. Pero nadie se pone a trabajar para que las instancias acometan una regulación hidráulica que traslade a unos lo que les sobra, perjudicándolos, a los otros.

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Pasan los años y los siglos, y todo es pelearse a gritos por esa minucia hidrológica que es el Trasvase Tajo-Segura.

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