Desde hace tiempo, esta Moncloa de ahora (al igual que las anteriores) se empeña en bajar el listón de exigencia en la enseñanza. El asunto ... crea polémica, tanto entre los docentes como en las familias. Hay quienes sospechan que esa progresiva relajación no beneficia a nadie. Y menos que a nadie, a los estudiantes.
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Como se sabe, existen organismos internacionales que, de cuando en cuando, emiten informes acerca del nivel de los alumnos en cada país. Los políticos desean, para su particular propaganda, que las conclusiones de esos expertos digan que el nivel de los estudiantes es el adecuado. Y cuanto más alto sea, pues mucho mejor. Para aparentar que todo va bien, los gobiernos revisan sus planes de estudios y los manipulan cada dos por tres. Intentan así colocarse entre los mejores puestos del 'ranking'.
Como con todo en esta vida, también en esto se corre el peligro de pasarse de rosca. Dicho con más propiedad, bajando temerariamente el listón de exigencia a los alumnos. En estos momentos estamos asistiendo, no sin preocupación, a tales episodios. Cualquier persona razonable entiende que esa manera de actuar encierra peligros, como es que se resienta el nivel de conocimientos del alumnado. Cuando se insiste en semejante mecánica, los de arriba llegan a provocar importantes perjuicios a los de abajo. Obtener buenas calificaciones a costa de saber menos, no deja de ser un engaño que solo perjuicios acarrea.
A los chavales de hoy los hemos acostumbrado (es solo un ejemplo) a cambiar el papel por la pantalla. Con ello se ha conseguido que se prescinda del libro demasiadamente, ya que lo visual resulta más cómodo. Tampoco se lleva hoy usar la memoria, en lugar de servirse de ella solo en su justa medida. Denostar lo anterior en aras de una modernidad mal entendida, causa antes o después perjuicios irreparables. A la hora de la verdad nos encontramos con que nuestros nietos circulan por vías cuando menos discutibles en cuanto a su formación.
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La enseñanza debería someterse en mayor medida a algo tan aconsejable como el sentido común. Tantos y tan frecuentes cambios en la normativa docente hacen pensar que no se están haciendo bien las cosas.
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