El discurso asermonado de Blanca Portillo en La Uno (interpretando el año que acababa, como antes hicieran Coronado y Sacristán) concluyó con el consejo de ... que seamos empáticos en el 2022 entrante. Es algo que está muy bien para decirlo como proposición de vida futura, envuelta en un tonillo pseudo-lírico con pretensiones de convincente. Pero, en los tiempos desalmados que corren, hay algo de frescura triunfalista en predicarnos la virtud de una empatía imposible, que es en realidad una llamada a la resignación. El mensaje que se nos envía desde 'lo oficial' es que aguantemos el chaparrón con una sonrisa en los labios.

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Lo anterior solo cuela si, ya en la pre-cena, le has pegado ya un par de tientos (o mejor tres) al morapio. Tanto si es el que llaman peleón, como si nos referimos al que la tradición recomienda para la Nochevieja: dorado y con burbujas. Es cuando, por efecto del alcohol, la vista te hace carretones y todo se vuelve de color de rosa.

Después llegó Mota, buscando regalarnos eso tan difícil que es el humor. El manchego es muy buen cómico, solo que se ha ido tecnificando. Ya no es el que actuaba 'a pelo', sin tantos vídeos, ni nebulosos 'efectos especiales. Era la época en que decía: '¡Dejadme solo!', y manejaba el absurdo tan eficaz y limpiamente que te morías de risa. Así lo hicieron siempre (sin mayor aparato eléctrico) Tip y Coll, Martes y Trece, Eugenio... Uno tuvo la sensación de haber perdido al mejor Mota.

Entre col y col, las coreografías habituales. Las starlettes y los cantantes que sustituyen lo que les falta con muecas, alaridos o susurros. Menos mal que no me topé a raperos. Incluso el veterano Antonio Jiménez, el de la Trece, apareció con atuendo de fiesta. Pronto dio paso a un pedazo de orquesta, con coros adulto e infantil, que empleó toda su artillería en atacar sencillos villancicos de origen popular, tal que: 'Hacia Belén va una burra', tratándolos como si formaran parte de la partitura más difícil por complicada.

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–Según pinta usted la crónica, me parece la de un desafecto.

No le diría yo que no.

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