Macropolítica
Hemos accedido con las elecciones pasadas a unos gobiernos locales con discursos nacionales, pasando por alto lo que nuestros pueblos necesitan
La campaña electoral y los resultados de las elecciones del 28 de mayo pasado han reflejado la perversión de la política española actual. Los discursos ... políticos y el mercadeo en que se convirtieron los mal llamados programas políticos para las elecciones municipales y regionales fueron la tapadera para abrir el debate nacional sobre quién y qué partidos deben gobernar España en los próximos cuatro años. Hemos accedido, pues, con las elecciones pasadas, a unos gobiernos locales y regionales con discursos nacionales, pasando por alto lo que nuestros pueblos y regiones realmente necesitan para seguir mejorándolos con la contribución de todos, políticos y partidos de todos los colores. En definitiva, en las elecciones del 28-M, la mal entendida macropolítica, la visión nacional del Gobierno de España, ha suplantado a la micropolítica, que se ocupa de identificar las acciones que conviene emprender para seguir mejorando nuestros pueblos y regiones. El hecho de plantearse, por el principal partido del Gobierno (PSOE) y la oposición (PP y Vox), las elecciones pasadas en clave nacional ha tenido muy desigual suerte en los resultados. La parte perdedora, el PSOE, se ha visto obligada a convocar para el 23 de julio las elecciones generales, con varios meses de adelanto, y de esta forma, continuar durante dos meses más con el calvario de confundir la macropolítica con la lucha sin piedad de querer continuar en el poder o de acceder al mismo, a costa de todo.
Las elecciones generales del próximo 23 de julio deberían ser la ocasión de que el principal partido del Gobierno, el PSOE, y el principal partido de la oposición, el PP, nos ofrecieran a los ciudadanos la visión de cada uno de ellos sobre España y del cometido que debería tener el Gobierno de la nación en los próximos cuatro años. Esto sería hacer macropolítica. En esta dirección, deberían aclararnos ambos partidos y líderes nacionales a los ciudadanos en general e, incluso, a sus propios electores, tres ámbitos de actuación fundamentales: qué son y qué quieren hacer con sus partidos; cuáles son las acciones de gobierno necesarias en esta nueva legislatura; y cómo y con quiénes quieren gobernar y colaborar. Respondiendo a estas cuestiones, los ciudadanos tendríamos criterio suficiente para emitir nuestro voto, y los partidos en cuestión y sus líderes harían una buena práctica de la política.
Sin embargo, muchos nos tememos que las cosas no tomen esta dirección, por los intereses partidistas, por los vicios que se arrastran y, sobre todo, por hablarnos de solo aquellos temas que más erosionan al partido y líder contrario y que más permiten cosechar votos. Desde el minuto siguiente de disolverse las Cortes y de convocarse las elecciones generales del 23-J, ya se ha iniciado la campaña electoral fabricando mensajes de la mala política que no ayudarán ni a saber para qué queremos otra nueva legislatura, salvo para elegir a los cientos de parlamentarios que van a vivir de este oficio los próximos cuatro años, ni a calmar el clima de tensión política en el que estamos instalados, que impide hacer un ejercicio civilizado de la gobernanza, colaborando para el progreso de España. Una muestra bien expresiva de la mala política que ya se practica en la precampaña electoral, la representan y la reflejan los dos mensajes siguientes que se están transmitiendo reiteradamente:
¿Dónde están los mensajes a través de los cuales los partidos hagan buenas prácticas de la política?
«Hay que derogar el 'sanchismo'» (Feijóo).
«Hay que frenar a una derecha 'trumpista'», a una «derecha extrema y extrema derecha», el PP y Vox, que apenas se distinguen (Sánchez).
¿Dónde están los mensajes que puedan orientar bien el voto y a través de los cuales los partidos y sus líderes hagan buenas prácticas de la política? Realmente escasean y explican el ambiente político tan primario e inhabitable que existe. Todavía guardo el recuerdo, a pesar de haber pasado ya 17 años, de mi vivencia directa de lo que sucedió en Alemania en las elecciones generales de 2005, siendo los candidatos principales Gerhard Schröder, por el Partido Socialdemócrata (SPD), y Angela Merkel, por la Unión Demócrata Cristiana (CDU). La campaña fue intensa, pero no crispada, y sin caer en descalificaciones personales. Los debates de la campaña se centraron en los grandes temas nacionales, como el sistema de impuestos y el mercado laboral, no rehuyendo ninguno de los candidatos los problemas que les interesaba a los alemanes. El resultado de las elecciones fue favorable a Angela Merkel por menos de 1 punto de diferencia, siendo el presidente saliente Gerhard Schröder. ¿Qué sucedió después de las elecciones? Ambos partidos y ambos líderes acordaron la formación de un Gobierno de gran coalición bajo la canciller Angela Merkel, con resultados positivos para Alemania. Este relato político-electoral alemán me gustaría al menos soñarlo para España.
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