Papa Francisco, referente ético, social y político
La Iglesia debería dar continuidad a las reformas impulsadas por el Papa, dando voz a las personas más vulnerables, a los olvidados
Acabamos de dar la despedida al Papa Francisco tras su reciente fallecimiento, motivo por el que desde esta ventana abierta al tercer sector de acción ... social en España queremos poner en valor su figura, sus aportaciones, su carisma y sus ideas. Lo despedimos con tristeza, con emoción, pero a la vez con una profunda reflexión sobre los mensajes que nos ha dejado dibujados a través de sus encíclicas: 'Lumen Fidei', escrita en junio de 2023, en la que nos aporta su visión en relación con fe cristiana; 'Laudato Si', de mayo de 2015, en la que no deja dibujada su apuesta por la defensa del medio ambiente, la agenda 2030 y las consecuencias del cambio climático. 'Frattelli Tutti', de octubre de 2020, en la que dibuja su mirada más social, más comprometida con la lucha activa contra la pobreza y la exclusión social, buscando el amor fraterno entre todos los seres humanos, al margen de fronteras. O su última encíclica, 'Dilexit Nos', de octubre de 2024, en la que nos habla sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo, declarando que el mundo solo puede cambiar desde el corazón, nunca desde la envidia, el odio o el miedo al otro diferente. Indudablemente, nos deja cuatro regalos para orientar nuestras reflexiones, nuestras acciones y nuestros comportamientos, tanto a nivel individual, como colectivo, tanto desde la ciudadanía, como desde las empresas, las organizaciones sociales, las instituciones educativas, los medios de comunicación o las propias instituciones públicas.
Despedimos al Papa Francisco con admiración por el liderazgo y coherencia que ha demostrado en la defensa de las personas más vulnerables de nuestra sociedad, por su apuesta por la integración y acogida de las personas inmigrantes y refugiadas en el mundo; por su mensaje rotundo por la sostenibilidad ambiental de nuestro planeta; por su lucha contra todo tipo de discriminación por origen racial, capacidad, edad, sexo u orientación sexual; por la búsqueda constante de un necesario diálogo interreligioso basado en el reconocimiento y valoración de las diferentes religiones; por su defensa de la convivencia en diversidad, por saber unir sin separar; por su intento de volver a vincular a la Iglesia católica con los valores y principios sociales que configuran sus verdaderos cimientos, apostando por una regeneración profunda a diversos niveles; por su clara condena a los crímenes de guerra cometidos por seres humanos contra otros seres humanos en la franja de Gaza, el Líbano, Ucrania, Sudán y tantas otras guerras olvidadas, instando a la búsqueda permanente de la paz; por su claro mensaje contra la avaricia y el ansia de poder de algunos; por su mensaje claro y contundente contra la desigualdades, contra los modelos de crecimiento basados en la concentración de la riqueza en unos pocos, mientras otros muchos sufren pobreza y exclusión social. Y todo ello alzando su voz cuando otros callaban, llenando con la firmeza de su palabra autorizada el lamentable silencio de muchos ante atrocidades y desigualdades inadmisibles que se extienden por el mundo.
Son muchas también las tareas que le han quedado pendientes y tendrá que saber liderar su sucesor tras el cónclave, como es la situación de la mujer en la Iglesia y su clara discriminación, algo absolutamente inadmisible en el siglo XXI, el dotarse de un sistema para investigar y sancionar casos y actuaciones alejadas del Evangelio, una mayor transparencia en la gestión económica de la Iglesia y el uso de los fondos, una mayor participación de los laicos o la posición ante las personas homosexuales, entre otros asuntos.
Siempre lo recordaremos por su clara y contundente defensa de los derechos humanos, culturales y sociales en el mundo. Por aproximar a la Iglesia a las personas, a los barrios más degradados de las ciudades, por la búsqueda del diálogo, vinculándose con las causas sociales y ambientales que nos afectan a todos y a todos nos involucran para encontrar soluciones; liderando un cambio de mirada necesario desde la defensa de los intereses colectivos y comunitarios, frente a los individuales que son los imperantes en el actual contexto. Social, económico y político.
Sentimos por el Papa Francisco admiración por su sencillez, por su frescura, por su naturalidad, humildad, ética y claridad con la que ha expuesto y defendido sus ideas, a la vez que por la coherencia de sus comportamientos, no exenta de las contradicciones de cualquier ser humano, como también lo era él.
Nos sentimos cercanos a la figura del Papa, porque sus principios, valores, acciones y comportamientos son coincidentes con los que defendemos desde las organizaciones del tercer sector de acción social, en nuestra apuesta compartida por hacer posible una sociedad más justa, más humana, diversa, inclusiva y cohesionada, basada en la convivencia, la igualdad y la diversidad, no en el odio, la confrontación o el miedo.
Es una pérdida irreparable que da más valor que nunca a las palabras que pronunciaba Francisco de Asís, «... haz de mí un instrumento de paz, que donde haya odio mostremos amor, que donde haya discordia llevemos la unión, que donde haya oscuridad llevemos la luz, que donde haya tristeza llevemos alegría...». Palabras que si cabe cobran aún más valor en el actual contexto internacional que estamos viviendo.
La Iglesia católica debería dar continuidad a las reformas impulsadas por el Papa Francisco, profundizando en la doctrina social de la Iglesia, en la vertiente social del Evangelio, dando voz a las personas más vulnerables de la sociedad, a los olvidados, apostando por la lucha contra la pobreza y la exclusión social. Una vuelta atrás, desde nuestra humilde consideración, sería un error que ni la Iglesia ni la sociedad se pueden permitir.
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