Tú la llevas

Conservo como un tesoro los mismos amigos que tenía con 5 años. Permanecen anclados a todo lo bueno que ha pasado en mi vida porque ellos lo han provocado o lo han celebrado conmigo. Han recorrido miles de kilómetros para estar presentes en mis días importantes, se han alegrado hasta la extenuación de mis éxitos, por pequeños que fueran, y no me ha faltado su brazo sobre mis hombros cada vez que me alcanzaban las malas noticias. Están presentes en cada celebración y en cada funeral y son parte imprescindible de las carcajadas de mi edad adulta. Y ahora, me ayudan a cuidar a mi madre a 900 kilómetros de distancia. Son mis manos allá, mi forma de no estar presente, una de las habitaciones de mi refugio cuando mi corazón sufre y el parque donde juego. Todos ellos, cada uno a su modo, son un buen pedazo de mi pasado y una parte importante de mi futuro. Poca gente puede entender cómo permanecen tan fuertes nuestros lazos con el paso de las décadas.

Este grupo de incorregibles sigue ahí a pesar de la distancia y las diferencias, sin importarles nada más. Nos vamos haciendo mayores y ha habido excusas suficientes para alejarnos. Pero no, seguimos bien cerca, justo a mitad de camino entre una Estrella Galicia y una carcajada. «Nunca tuve amigos como los que tuve con 12 años», aseguraba uno de los adolescentes retratados en aquella obra biográfica de Stephen King, 'Cuenta conmigo', que narra un episodio de apenas tres días de su niñez que los unió como amigos para siempre. Todos tenemos ese momento en algún lugar de la infancia, a través del cual, por alguna razón, algunas personas entran en tu corazón para no salir nunca más. Merecer este grupo de personas es uno de los principales logros de cualquier vida.

En el clásico 'Qué bello es vivir', George recogía en el momento más amargo de su vida todo el cariño incondicional de los amigos que había sabido cuidar siempre. Todos acuden sin dudarlo cuando saben que los necesita. Y, de paso, le recuerdan que, incluso en los momentos de mayor desesperación, existe una red de personas que te cuentan quién eres tú en realidad y el impacto que has generado en sus vidas. «Ningún hombre será un fracaso si tiene buenos amigos», dice aquella película. Muchas veces me siento como él, bendecido por un buen grupo de personas que permanecen como algo indestructible, como una certeza. Mi familia elegida, mi casa. El calor. La risa.

Lo más curioso de la historia que cuenta 'Tú la llevas' es que no es sólo una película. Es una historia real. Resulta que ese grupo de amigos existe. Son diez compañeros de un instituto de Spokane (Washington), que llevan más de 30 años irrumpiendo en la vida de los demás, en cualquier momento, para pasarlo bien mientras concretan su amistad a través de un juego infantil. Tendrían que ver sus caras. Dicen que la felicidad humana es directamente proporcional al conjunto de relaciones que se establecen con otras personas. Dicen, también, que la única vida plena es aquella que se comparte. Por eso creo que celebrar la amistad es una de las formas más auténticas y más divertidas de celebrar la vida.