El agua no entiende de fronteras, pero sí de límites
El debate no es si regamos o no. El debate es cómo lo hacemos. Y, sobre todo, a qué precio
En la Región de Murcia, hablar del agua no es hablar de política. Es hablar de vida. De futuro. De identidad. Y, también, de una ... herida abierta que necesita algo más que titulares: necesita soluciones.
Durante décadas, el Trasvase Tajo-Segura ha sido una infraestructura vital para el desarrollo del sureste español. Ha permitido que una tierra con poca pluviometría florezca en productividad agrícola, ha consolidado empleos, ha sostenido economías locales. Pero lo que fue una solución brillante en su momento, se enfrenta ahora a los límites de una realidad cada vez más dura: el cambio climático.
Las cabeceras del Tajo ya no tienen los caudales de antaño. Los ciclos de lluvia son más irregulares. Y el sur, que antes dependía del Trasvase, ahora compite con un norte también afectado por la escasez. Mientras tanto, el Mar Menor enferma por exceso de nutrientes, los acuíferos se salinizan y el paisaje murmura que no podemos seguir igual.
La política del agua en España ha caído con demasiada frecuencia en el barro de la confrontación territorial. Pero el agua no entiende de fronteras. Entiende de cuencas, de temperaturas, de ciclos naturales. Enfrentar regiones es no entender el problema.
El verdadero dilema no está entre la Región Murcia y Castilla-La Mancha, sino entre un modelo productivo que exige más de lo que la naturaleza puede dar... y otro que todavía estamos a tiempo de construir.
Necesitamos un cambio de enfoque. Un nuevo pacto por el agua que no se base en tuberías más largas, sino en ideas más profundas. Un acuerdo que tenga tres pilares: sostenibilidad ecológica, justicia social e inteligencia tecnológica.
Murcia no puede quedar desamparada. Pero tampoco puede seguir dependiendo de una fuente que se agota. Por eso, la apuesta debe ser doble: garantizar agua suficiente a través de desaladoras eficientes y reutilización de aguas depuradas; y, a la vez, repensar el modelo agrícola hacia una producción más diversificada, menos intensiva, más resiliente.
La tecnología existe. La experiencia también: Murcia es un referente mundial en eficiencia hídrica. Solo falta voluntad política y apoyo institucional para dar el salto definitivo.Porque el debate no es si regamos o no. El debate es cómo lo hacemos. Y, sobre todo, a qué precio. No podemos alimentar los mercados europeos a costa de la salud del Mar Menor, ni sostener empleos hoy hipotecando el agua de nuestros hijos mañana.
El agua es un bien común, no un derecho ilimitado. Y como todo lo común y lo valioso, merece ser gestionada con responsabilidad, con equidad y con visión de largo plazo.Murcia necesita agua. Pero también necesita futuro. Y el futuro ya no vendrá solo por un tubo: vendrá por un cambio de cultura.
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