Cuca. Perdona que te diga, pero no esperes que López Miras, Fernando, te lo cuente. Ni a ti, ni a mí. Mutis por el foro. Se lo contará, eso sí, esta mañana a su cuca, Gamarra claro, en la cita que ambos tienen en ... San Pedro del Pinatar con los treinta alcaldes populares de la Región en un curso de verano que viene a ser una ocasión propicia para que la riojana acabe agarrando el micrófono, dando réplica y zurrándole la badana a los abascales y compañía por el cisma que han montado a cuenta del reparto de menas (menores extranjeros no acompañados). Claro que el hecho de que Fernando no nos lo cuente no significa que tú y yo no lo sepamos. Incluso que nos lo maliciemos. Para hacértelo fácil, nuestro 'panochari' respira hondo como aquel al que le acaban de quitar el collarín. Respira hondo, Fernando, reforma de la ley del Mar Menor incluida. Sin antelos en el Gobierno la vida puede ser más cómoda. O no. Porque te recuerdo que el pepé está en minoría. Y a veces la factura desde la oposición se hace más complicada de digerir. Y para muestra, el primer botón: Antelo, Antelini para sus amigos, ha comenzado por acusarle de faltar a su palabra y de doblar la cerviz ante la presión de Feijóo.
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Opiniones la hay, tú ya lo sabes, para todos los gustos. La realidad es que Pedro Sánchez, el más listo de la clase, el que tenía y tiene, por competencias, que resolver el problema de la inmigración, ha conseguido dinamitar la coalición 'pepévox' con un Feijóo pidiendo un día barcos de la armada patrullando la frontera, rectificando al siguiente para acabar entrando al trapo. Todo muy ilustrativo. Al final entre unos y otros van a perpetuar a Su Sanchidad, que sale del paso sin ni siquiera soltar un duro a las comunidades autónomas. De manual.
Santiago. Mientras que Abascal no se convenza de que su problema, el problema, es Sánchez, no el pepé, van listos. Porque el ciudadano de a pie con estos trastazos inesperados lo primero que percibe es que el partido verdoso no ayuda a resolver un problema que es de todos. Emergencia y solidaridad territorial. Pero competencia estatal. En un clima que reclama estabilidad ese lema de 'cuanto peor, mejor' que parecen haberle acuñado a los voxeros es un craso error. Entre otras cosas porque al final en este asunto acaban sumándose al mismo discurso que puigdemones y rufianes. Si no lo veo, no lo creo.
Rivera. Y en estas que vuelve Albert Rivera. Un analista de lujo para un tema de rabiosa actualidad este lunes en las noches culturales de Mares de Papel en Mazarrón. El hombre que ilusionó al país desde un discurso liberal y centrista (el «Kennedy español» le llamaban los americanos). El fundador y líder indiscutible de Ciudadanos que hizo historia al ganar con Inés Arrimadas las elecciones en Cataluña hace siete años. Y que llegó a alcanzar los 57 diputados en el Congreso en una España polarizada, abocada a repeticiones electorales que al final acabaron con su proyecto. Albert es el mismo que diseccionó con tal precisión el 'plan Sánchez', el que hemos vivido y estamos viviendo, que esa intervención parlamentaria se ha convertido, con los años, en uno de los vídeos más virales en redes. Predijo lo que iba a pasar, acertó de pleno y todavía se quedó corto. Dimitió y se fue. Por responsabilidad y porque, como explicó, la España con la que él soñaba ya no era posible. Un 'ciudadano libre', como reza el título de su libro, que ha sabido reinventarse como jurista, asesor y gestor de eventos. Al frente de despachos, gabinetes, consultorías y últimamente clubes empresariales destinados a atraer inversiones y crear sinergias productivas. Rivera habla desde su atalaya. Pero indudablemente su análisis es interesante por perspectiva, experiencia y preparación.
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Roossevelt. En realidad más que en Kennedy, Rivera se guía por otro presidente norteamericano. No en vano su lectura de cabecera, su fuente de inspiración, me cuenta mi enano infiltrado, ese pequeño tribulete que en todas partes se mete, es el fragmento del discurso que Theodore Roosevelt dio en La Sorbona de París conocido como 'el hombre en la arena' que Albert guarda en su mesilla de noche. El mismo que Nelson Mandela le dio al capitán de la selección sudafricana en la final del mundial de rugby, luego recreado por Clint Eastwood en 'Invictus'. El reconocimiento pertenece al hombre que está realmente en la arena. Que lucha y que se equivoca, pero que se esfuerza. Y quien si al final conoce el triunfo que significa alcanzar un gran logro. Pero también el que si falla, al menos falla atreviéndose formidablemente, de modo que su lugar nunca debe estar junto a esas frías y tímidas almas que no conocieron ni la victoria, ni la derrota. Desde esa perspectiva y con esa filosofía, Albert Rivera nos hablará este lunes en las noches culturales mazarroneras de la España actual, del separatismo, de Europa, de la guerra de Ucrania y sus crisis derivadas, de la necesidad de incentivar al tejido empresarial y del liderazgo. Yo que tú no me lo perdería.
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