Maestro. Apenas quince días y entramos en Semana Santa. Poco falta, tú ya lo sabes, para que coloraos y salzillos, californios y marrajos, blancos y azules inunden nuestras calles entre el fervor y la pasión de unos, los más, el simple interés artístico y ... cultural por los desfiles de otros y la plena indiferencia del resto. Encuádrate donde prefieras, pero la cuestión del millón es si hoy, en pleno siglo XXI de avances tecnológicos, tiene sentido creer todavía en la historia de un hombre distinto a los demás, que nunca escribió un libro, lideró un ejército, ocupó un cargo político ni, que se sepa, fue dueño de ninguna propiedad. Y sin embargo es difícil encontrar en la historia de la Humanidad un personaje de similar trascendencia. Las únicas credenciales de Jesús de Nazaret fueron sus afirmaciones. Algo más que las enseñanzas de un simple rabí judío debieron contener para que en poco más de tres años lograsen cambiar el curso de la Historia. Y sus mensajes fueron tan profundos y revolucionarios que acabaron siendo una amenaza para quienes le dieron muerte: las autoridades romanas y la jerarquía sacerdotal judía. ¿Qué tuvo Jesús para ser tan especial?
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Antes de seguir adelante he de advertirte que este artículo no va de sermones y homilías porque para eso está el curica de tu parroquia y ese no es mi cometido, ni mi rollo. Pero he de reconocer que la figura de Jesús me inquieta, me apela, me desafía, me interesa y me define hasta el punto de que si yo no fuese creyente, si no tuviese fe en la realidad de su mensaje, ten por seguro que yo no participaría en esta Semana Santa que se avecina. El nazareno primero se viste por dentro porque no se debe aparentar por fuera lo que no habita en el interior.
¿Científico? Hasta hace apenas unas cuantas décadas, la ciencia, o por mejor decir, el método científico tradicional establecía un abismo diferencial entre materia y espíritu, entre la fe y la razón. Ocupémonos de la ciencia y dejemos la trascendencia para otras materias como la filosofía o la religión, recomendaba Descartes, el padre del racionalismo. Hoy, sin embargo, la ciencia y en especial la mecánica cuántica pueden llegar a avalar los postulados más importante de aquel singular Cristo Jesús. Veamos algunos:
Cuando Jesús proclama ante Abba que «todos sean uno como Tú y yo somos uno» está lanzando un mensaje esencial de unidad universal. Fuera egos, todos somos uno. Todos somos energía. Tú fíjate. El cuerpo humano está compuesto de órganos, tejidos, células, moléculas, átomos, protones, neutrones, electrones y, en última instancia, si aplicas un acelerador de partículas en el laboratorio, fotones y quarks, es decir energía lumínica, luz, vibración. Todo es energía. Y la energía, ya lo sabemos desde Lavoisier, ni se crea ni se destruye, solamente se transforma. La energía está en continuo estado vibratorio («Y al principio era el verbo», es decir la vibración). Cuando Jesús afirma que el Hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, está elevando al ser humano a la categoría de co-creador del Universo. Los estudios actualizados de los trabajos De Brogly, Rutherford, Bohr, todos ellos premios Nobel, apuntan a que la energía se puede manifestar como partícula (materia) y como onda (energía). El experimento de la doble rejilla define que los electrones se comportan como partículas, pero que al ser observados por una conciencia inteligente (ser humano) son interpretados como vibración. La conciencia se evalúa así como capaz de colapsar la energía en materia. «Si tuvierais la fe como un grano de mostaza le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría».
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¿Eternos? Cuando Jesús anima a vivir en el ahora («baste a cada día su propio afán») nos está hablando del presente continuo. Nos está diciendo que somos energía eterna. El tiempo en física cuántica, ya lo señalaba Stephen Hawking, no es lineal (pasado, presente y futuro) sino que es circular (continuo presente). El Universo cíclico. Y desde esa comprobación se podrían intuir conceptos a priori tan 'acientíficos' como la resurrección y la eternidad tan presentes en el evangelio.
Confianza. Termino. No trato de convencerte. Mejor trata de vivirlo. La fe es una relación de confianza. Es una opción, un camino que debe recorrer cada uno. Creo que este Jesús que en nada vamos a procesionar por nuestras calles, vino a este mundo para que encontráramos nuestra propia verdad, para que entráramos «por la puerta estrecha» de nuestro interior. Predicaba el autoconocimiento, la reconexión con la esencia divina. Su Reino de Dios no es otra cosa que esa misma unión. Cuando nos invitaba mantener las lámparas encendidas nos invitaba a la atención plena hoy llamado 'mindfulness'. Y cuando nos recomendaba «nacer de nuevo» nos encaminaba a vaciarnos de ego y llenarnos de espíritu. Otra cosa es que todas esas enseñanzas luego seamos capaces, yo el primero, de llevarlas a la práctica. Que del dicho al hecho hay mucho trecho. Y mucho pecho.
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