Menos santos

Es suficientemente sabido que lo progre no es ideología sino religión. Como religión, han copiado de la Iglesia Católica para construir su relato. La Iglesia se limitó a cambiar el nombre de los ritos paganos y poner virgenes en ellos, pero eran los mismos ritos. Los progres se han limitado a cambiar la denominación del cerrado y sacristía y ahora lo llaman «colectivo avanzado», donde se siguen rezando letanías pero con otras vírginidades, otros dogmas, otros mantras. Santa sororidad, ruega por nosotros. En el nuevo rigorismo moral, tan parecido como el de antes a la mera hipocresía, no sólo se declaman incansablemente las nuevas letanías de los llamados woke o «despiertitos». Allí adentro pasan cosas mucho más discutibles, como no podría ser de otra manera. Allí de pronto va Errejón y se la saca. Estamos de acuerdo en que algunas de las peores personas que puedan concebirse son de misa diaria. Pero eso ocurre tanto entre cofrades que salen presidiendo procesiones con más joyería encima que el Porrina de Badajoz que entre todo este monjerío «despiertito», que también recibe, o da, su homilía diaria. Al discurso postrer del propio Errejón me remito: dice que «ha llegado al límite de la contradicción entre su persona y su personaje» (todo es personaje, y chungo, en este tipo de iniciados) y hace lo que ha hecho por «llevar vida neoliberal».

Llevar vida neoliberal no obliga a pedir a las mujeres «prácticas sexuales aberrantes», que es de lo que acusan algunas anónimas a Errejón. Aquí voy a sacar un poco la cara por el 'cara de niño'. ¿Qué se considera exactamente aberración sexual hoy? ¿Tocar el culo? ¿ser un manipulador de damas? ¿proponer coprofilia? Bah. Tratan ahora –¡ahora!– de convertir a Errejón en una pura aberración, de la que nadie sabía nada. Pero sólo es un producto típico de su religión antinatural que, para empezar, niega que exista la biología. La biología se impone siempre a la palabrería y todo termina por saberse.