Peatón invade acera

Pero ahora han sacado una campañita francamente decepcionante sobre el peligro de los patinetes. Una campañita fofa, con animalitos rosa pastel y la cursi turra progre de la que creíamos libre a la viril Tráfico (¡la DGT, reserva moral de Occidente!). «Lo más peligroso es lo que no parece peligroso. Por la acera, no», conmina la DGT a los patinetes. Por qué no la acera, o lo que nos salga de los huevos, dirán con razón los patinetes. Con ésas nos vienen ahora, con la marcha que llevan y permiten. Al patinete lo han entronizado como dueño absoluto de la calle, incluyendo la acera, mediante las nuevas movilidades sostenibles. Darle un pellizquito de monja ahora con la DGT es tirar el dinero.

Es insultantemente falso todo eso que dicen los Ayuntamientos moderniquis, entre ellos el de mi pueblo, sonre la «pirámide de circulación», donde el vértice superior, el que se privilegia, sería el peatón. El vértice que manda aquí en donde vivo es el bólido erecto, y todo lo demás es sacrificable. Las ciudades que van de 'moderniquis' se han vuelto mucho más peligrosas para el peatón, desde que supuestamente lo pusieron cono vértice superior de la pirámide del privilegio circulatorio. No. Aquí, en el privilegio circulatorio, están enseñoreados los patinetes, a los que sólo les falta volar, luego vienen los apestosos colectivos con ese su aire cubano tristísimo, luego nadie y después de nadie el peatón.

En mi pueblo, atrasado pero con ambiciones esnob, he sufrido dos atropellos por la acera, a mi edad, por esa clase de surfing motorizado. Todavía me abroncaban los jóvenes patineteadores, multirreincidentes. Puto peatón, deberían retirarle la cédula para poder circular fuera de su casa. «Por la acera, no»... Tú no, viejo pedestre.