En un bar de Oleiros (La Coruña) se niegan a servir a los turistas madrileños porque les parece «hortera» que les pidan «un pincho de algo». «Oiga, me pone un pincho». Afirman que oír eso les quita las ganas de vivir, y que para no ... tener que escucharlo van y cierran el bar, mientras que «la meseta» no se largue.
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Allí dan la bienvenida a los clientes palestinos con una bandera desplegada de Palestina, pero no a «los tontos de la meseta» (y probablemente los de otros muchos lugares del Estado que no les gustan). Conozco bien Oleiros, un sitio cuidado, por vacacionar varias veces allí intentando no delatarme diciendo «ej que» o mencionando sin querer la palabra «pincho». En lo que he leído en los medios del bar, estos días, no se menciona de qué va exactamente ese pueblo. En ese pueblo a donde van los tontos de la meseta a hacerles cerrar porque allí «sólo quieren servir a la gente del lugar» te recibe una rotonda escultórica de ocho metros de altura con la efigie del psychokiller 'Ché' Guevara. «Un paraíso verde y comunista», señala sobre Oleiros la web oficial del Ministerio de Inclusión.
Para que quede poca duda. Las loas a Fidel Castro y a la revoluciones, la revoluciones que sean, tupen hasta el delirio el lugar, que no por casualidad es el elegido por los millonarios gallegos para vivir y ser gobernados desde el Ayuntamiento y de toda la vida, también con poca sorpresa, por los comunistas 'indepes'. Hace tiempo que el gran dinero y el comunismo son la misma cosa, y los obreros auténticos supongo obtendrán el mismo trato allí que los mesetarios del pincho, ahora que la izquierda pisa los grandes salones. «Si cae una bomba quedan (sic) sin tontos en la meseta», especulan en el pueblo. Toda esta mierda particularista/leninista/caviar lleva tiempo incubándose en España. Tan lejos como que en los años noventa un lector enfurecido me telefoneó para gritarme «mesetario», porque en un periódico de Valencia se me había ocurrido decir que Alicante es el Levante. Todo ha ido a infinitamente peor.
Dale un campanario a un parroquiano particularista y se dedicará a pegar tiros desde arriba a los del pueblo de al lado. Tú dales todos los millones a los marxistas 'indepes' y saldrán con eso de que servir en un bar a los del roalico de fuera les degrada. Ellos sólo están para atender mesas de palestinos, cuando lleguen. Pronto en España colgará en los bares y hotelitos, bajo derecho de admisión, un listado que ponga «no horteras, no pinchos, no meseta», como el cartel que había antaño en bares y hotelitos ingleses: «No negros, no perros, no irlandeses».
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