Compré un libro que no me sonaba, 'Manifiesto redneck', porque me atrajo su aspecto. Siempre he comprado música desconocida por la portada del disco y, al no poder leer rápido en diagonal, como hacen los listos, he sido un gran lector de solapas. Con las ... portadas y solapas he adquirido más cultura de la que es prudente para vivir en paz con uno mismo. Me gustó lo de aquel gañán norteamericano que salía dibujado en 'Manifiesto redneck'. Con el uniforme oficioso de gañán; sentado en la mecedora, vestido con peto de ir escardar sin camisa y una escopeta bien agarrada por las patas. Cargada con postas gordas como ojos de carnero, porque las cosas descargadas se notan y no quedan bien nunca. Acerté de nuevo a ciegas, pero por lo contrario de lo que pensaba.

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Pensaba que con aquel libro, incluso adentrándome más allá de su solapa, me iba a reír mucho a costa de los paletos norteamericanos. Los paletos norteamericanos son esos que siempre salen ridiculizados en toda esa prensa norteamericana seria que nos dice de lo que nos tenemos que escandalizar, igual que los estudiantes de las más cotizadas universidades de la 'Ivy League' nos aconsejan en estos días sobre los judíos que hay que exterminar en el mundo. Me interné por los vericuetos llenos de zarzas expresivas del libro (está escrito por un auténtico 'redneck') y, al revés de lo esperado, me encontré, en no poca parte, a mí mismo. Resultó que aquello no era una sátira sino el retrato sin lloriqueos del gran perdedor universal. Estoy en un momento en la vida en que todo se reduce a esperar, mejor balanceándose en una mecedora. No me han gustado nunca los extraños venidos de la modernidad y creo que, ante la eventualidad de que aparezcan y nos den conversación, hay que apoyarse en los cañones de un hierro frío, lenguaje que entiende todo el mundo. Mi plan más ambicioso en la vida es llegar a la próxima cerveza. No hay que hablar muchas frases, tampoco con uno mismo, porque si uno hace como que no existe se escucha hasta Júpiter. Está, por supuesto, esa incómoda cuestión del racismo 'redneck', pero si ahora llamas a eso 'conflicto', los moralmente superiores hasta te envían a un mediador.

El mérito del libro es que, desde una evidente izquierda anarcoide, hace una radiografía del votante de Trump, pero décadas antes de que Trump se metiera en política. Y dado que aún no se había metido en política, el libro no masacra preventivamente a los que pudieran tener la tentación de votarlo. Es más bien una defensa. 'Manifiesto redneck' se publicó en una época olvidada en que los humillados y ofendidos eran de interés izquierdista. El hijo tonto de la izquierda, el progresismo, se encuentra mejor siendo élite.

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