Si algo nos enseña la Historia es que puedes acabar con las costumbres de un pueblo. Incluso puedes acabar, a la manera romana, físicamente con la totalidad de ese pueblo, matando a mujeres y niños (peligrosos a medio plazo); luego, para acabar con la memoria ... de ese pueblo, los ancianos; y finalmente los animales domésticos. Con lo que nunca puede acabar el poder político es con los ritos religiosos, que simplemente pasan a la clandestinidad, a no ser que los sustituyas por una nueva religión, y ni aun así. Qué soberbia 'woke' la de la Unión Europea prohibiendo que se sacrifiquen los animales para comer siguiendo los ritos judío o musulmán, porque dicen que los animales sufren. Los mismos animales se seguirán matando por los ritos judío y musulmán, con el mismo cuchillo. La diferencia es que ya no se sabrá.
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Se sacrificarán fuera del ángulo de visión del ojo de Sauron de la Unión Europea, que todo lo ve excepto lo importante. Se hará en parajes ignotos, en sótanos, en catacumbas. Tal vez se amarre la boca de los animales para que no chillen. El silencio de los corderos se hace más espeso cuanto más ganado se dirige al matadero. Lo que no se ve no existe. Lo que no se publica nunca ha existido. Empeorarán algo las garantías sanitarias, claro, pero Dios asistirá beatífico al procedimiento inviolable del rito kosher o el halal, mucho más poderosos que un Gobierno o que cualquier institución supranacional. En España siguien perviviendo, como siempre han sido, pero ahora furtivas, aquellas matanzas del cerdo, cuyos gritos del todo humanos al saber lo que les esperaba me retumban desde la infancia. Y eso que las matanzas camperas no eran estrictamente un rito religioso. La receta para comerse un cordero a la musulmana sí lo es.
Entre la Unión Europea y la creencia, gana siempre la creencia. El cardenal que luego fue Juan Pablo I le decía al personaje de Michael Corleone, en 'El Padrino III', que el catolicismo era como el agua de la fuente que había estado cayendo durante quinientos años sobre la misma piedrecita, que simbolizaba a la humanidad. Si se partía la piedrecita, se comprobaba que el agua nunca había empapado su centro, que estaba seco. Si el catolicismo no había empapado, mucho menos empaparán todas las agendas de la Unión Europea, que no tienen nada que hacer frente al centro seco de la piedrecita, que es el rito que se pierde en la noche de los tiempos, anterior al islam e incluso al judaísmo. El cuchillo seguirá reinando.
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