Eso es exactamente lo que ha tardado Vox en cargarse al PP. Al menos, el nuevo proyecto que encabezaba Feijóo. Tras estar al borde de la catástrofe por la nefasta gestión de Teo y Casi, más por Teo que por Casi, el PP desarrolló un ... nuevo proyecto encabezado por una persona con un perfil moderado, Alberto Núñez Feijóo. Tras los resultados del 28-M que tiñeron el mapa de azul, todo apuntaba a que el nuevo líder del PP ganaría con una mayoría suficiente para poder gobernar. Desde entonces hasta ahora, y especialmente en las últimas tres semanas, el PP ha dilapidado una ventaja que era considerable y, aunque ha ganado las elecciones, ha enterrado el proyecto de Núñez Feijóo en tiempo récord. ¿Por qué? Por los pactos con Vox.
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Error. El que suscribe lleva años diciendo en esta columna que cuanto más se acerca el PP a los ultras más votos pierde por el centro y ganar el centro es la única posibilidad que tienen los populares de gobernar en España. El PP no es la CDU alemana que igual puede pactar con los verdes que con los liberales que con el SPD, no. El PP no es capaz de entenderse ni con el PNV, que es más de derechas que el propio partido de Feijóo. Por eso, para gobernar, depende del caladero del centro, el más grande. El día que Mazón pactó con los utras entregándoles hasta el ajuar de la abuela, el PP comenzó a cavarse su propia tumba. Se han dado casos como el del alcalde de Molina que confesó «haber dado a Vox más de lo que había pedido». ¿Cómo puede un tío hacer eso y no ser expulsado al segundo? Por si casos como estos fueran poco –el PP pactó con los ultras en 140 municipios– van y lían lo de Extremadura donde, tras sacar pecho primero, acabaron arrodillándose antes los ultras y, lo peor, pasándose lo de la lista más votada por el forro de los caprichos.
Burradas. Y como era previsible, ¿cuánto tardó el partido ultra en comenzar a hacer burradas? Cero coma. Esto es: que si una barbaridad de una presidenta de cortes, que si cancelaciones de eventos culturales recordando hasta lo peor del franquismo.... En fin, hasta ediles del PP comenzaron por mimetismo ¡a sumarse a la cultura de la cancelación! Un disparate que la ciudadanía española, a Dios gracias, ha demostrado no estar dispuesta a soportar. Todo esto ¿qué provocó? Que Feijóo perdiera al posible votante socialdemócrata desencantado con Sánchez y sus pactos, que querían que el inquilino de la Moncloa se fuera y el PSOE volviera a ser el de siempre. Porque ese votante quedó, y no podía ser de otra manera, horrorizado ante lo que venía. Vox no solo es tóxico para España, es brutalmente tóxico para el PP, porque le aleja de la mayoría absoluta. Hasta muchos de los exvotantes de Cs, que se consideraba ganados para el PP, decidieron votar al PSOE para evitar un gobierno del PP con ministros de Vox.
Disparate friki. Porque muchos pensaron: si estos tíos hacen estas barbaridades siendo simplemente concejales, o miembros de la mesa de un parlamento regional... ¿qué nos puede deparar un ministro de Interior de Vox, o de Medio Ambiente? Y para rematar: la propina: Abascal, el fenómeno, se presenta en una entrevista en un medio nacional el martes antes de las elecciones y dice que, si hay gobierno de PP y Vox, la cosas se iban a poner peor que nunca en Cataluña. ¡Toma del frasco, Carrasco! Hasta los votantes de partidos independentistas se lanzaron a votar en masa a Sánchez en legítima defensa. Mucha gente de derechas te dice que sería bueno que Vox llegara a las instituciones porque sería su fin por sus boutades y excesos. Yo mismo pensaba que si el PP gobernaba con los ultras acabaría pagándolo caro, pero pensaba, no sé, en dos años... cuatro a lo sumo. Pues no, amigos: tres semanas, tres, han necesitado los ultras para hundir a Feijóo y ya de paso, hundirse ellos mismos, claro. Aspecto más que positivo de este resultado electoral. Solo tocando ayuntamientos y algún parlamento regional han provocado el fiasco electoral del PP. López Miras debería tomar nota: cuando las barbas de tu vecino veas afeitar... Porque lo último que necesitan los populares si hubiera repetición electoral es meter a los ultras en Aragón y Murcia, a las pruebas me remito. ¿Tomarán nota? ¿Harán como la CDU alemana separándose de la ultraderecha? Veremos.
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