Qué peliculón. Esta y otras que he visionado este verano: el 'Proceso Paradine', 'Anatomía de un asesinato...', también esas grandes docuseries judiciales de las que les he hablado tantas veces: 'Made in America', sobre el juicio de O.J. Simspon, 'Making a murderer' o la ... magnífica 'El Gafe'. En todas ellas pueden ustedes ver, porque esta gente lo graba todo, cómo actúan los mejores y más caros equipos de abogados en los States que libran de la pena de muerte a tipos que son más culpables que Barrabás. Yo no soy jurista, soy un simple espectador que alguna novela de John Grisham se ha leído. Por no hablar de lo que llevamos aprendido los ciudadanos españoles sobre casos de corrupción, que algo ya sabemos. Y hay una máxima que siempre se cumple y es que, cuando el defendido es culpable, estos grandes abogados, nunca, nunca, nunca jamás, lo hacen declarar, sino que se acogen al derecho constitucional del inculpado a no decir ni pío. ¿Por qué? Porque un buen fiscal, y digo uno bueno, no como el que hace de abogado defensor de Begoña Gómez, coge al inculpado en el estrado y lo revienta en un plis plas.
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Lo de Sánchez. Vamos a analizar el comportamiento de Mr. Handsome sobre el proceso a su señora desde la visión de un tipo de la calle como yo, pues dijo que iba a colaborar plenamente con la Justicia. Creo que fue el 24 de abril cuando, tras una críptica pregunta de Rufián sobre el caso Gómez, Sánchez dijo en el Congreso que confiaba plenamente en la Justicia. Hasta ahí todo bien, de manual. Eso diría un inocente. Aquel día tenía comparecencia y salió escopeteado cuando, apenas un ratico después, se supo que un juez había abierto diligencias por una denuncia de un sindicato de extremo centro contra su esposa. Pero... aquella misma tarde montó un docudrama del copón con 'carta a los españoles' diciendo que se tomaba cinco días para ver si se iba. Primera cosa rara, a todos nos extrañó esa movida si sabes que tu mujer es inocente y por unas simples diligencias, ¿no? Luego, dos meses después, supimos que en aquel momento el presidente ya tenía conocimiento de la condición de investigada de la señora Gómez, esto es, imputada. Luego esos cinco días no fueron de reflexión del «hombre profundamente enamorado», sabemos ahora que fueron 5 días para estudiar la situación y evaluar qué tenía el juez y qué podía salir. Aquello sirvió de excusa para poner al juez de instrucción a los pies de los caballos y de aviso de navegantes contra la prensa no afecta con aquella filfa del fango.
Seguimos. Apenas unas semanas después, el juez tuvo que registrar un escrito por las continuas presiones del fiscal, que depende de Sánchez, para saber «por dónde iban las investigaciones». Por supuesto, el fiscal, más preocupado de salvar a su jefa que de otra cosa, solicitó el sobreseimiento del caso. Luego, desde las terminales mediáticas de Moncloa se filtró que la hija del magistrado era concejala del PP, se publicó la foto y ubicación de un chalet de su propiedad, y dos medios monclovitas, dos, publicaron que el hombre tenía dos DNI, cuando resulta que otro tío se llamaba como él. Menuda colaboración con la Justicia, ¿no?
Pero no se vayan, aún hay más: nombraron abogado defensor a un tipo, Camacho, que lo está haciendo como el culo, pero del perfil que prefiere Sánchez, gente poco preparada, acrítica, pero por esto mismo fiel hasta límites insospechados. Todas las tácticas del abogado han sido dilatorias. Intentaron e intentan que la Audiencia Provincial saque al juez del caso, puso dificultades para que la inculpada declarara... y, cuando llegó el momento, se negó a hacerlo. De nuevo la colaboración con la Justicia. Si te dedicas a putear por cielo tierra y aire al juez, a no declarar, y enmierdar el terreno de juego, no parece que quieras que la cosa se aclare, ¿no? Luego vino Barrabés y dijo que en las reuniones también estuvo Sánchez, así que este tuvo que ir a declarar. ¿Qué hizo? Se negó a hacerlo. Y para rematar, denunció al juez por prevaricación, utilizando a su servicio personal a la Abogacía del Estado, cosa que también hizo su mujer con su letrado. Asimismo, han salido en tropel los ministros, ¡incluido el de Justicia! a poner verde al juez y a hablar de 'lawfare'. Sánchez lleva poniendo palicos en las ruedas del proceso desde el día uno, y digo yo... ¿es así como actuaría un inocente?
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