Pues eso, familia, que estamos en 'shock'. El lunes por la mañana, cuando los ciudadanos respirábamos aliviados porque ya habíamos salido del coñazo de la campaña electoral y la crispación que conlleva, de pronto, como un mazazo, nos encontramos con que Pedro Sánchez convocaba elecciones. ... Nadie lo vio venir. Siempre digo que la política murciana tiene más giros de guion que la mejor serie de Netflix, pero es que la española no se queda atrás. Ahora nos queda intentar reponernos y analizar en profundidad qué posibles derivadas surgen de este golpe de efecto de Mr. Handsome.
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Coincidencia. He hablado con mucha gente de esto, algunos de ellos saben muchísimo de política y todo el mundo coincide en lo mismo: a Pedro Sánchez no le quedaba otro remedio. Todos dicen que es su última bala, que se la juega y todos coinciden en que el tío, valiente es, pero a su vez todos me dicen que creen que le va a salir mal. Es un hecho probado que Sánchez es un superviviente nato, como prueba: los tres rivales que debatieron con él en el debate de la anterior campaña no solo están fuera de la política, sino que no le duraron ni media legislatura. Es el único tío al que he visto ganar al aparato, que no es poca cosa, y por eso todo lo que está relacionado con él es difícil de predecir. Yo creo que la jugada le va a salir mal, pero conociendo al personaje no es descartable que, una vez más, este movimiento suyo resulte una genialidad.
No había otra. Sánchez salía de una catástrofe electoral en toda regla y no podía permitirse los seis meses de sangría que le quedaban por delante. En lugar de pasar un semestre poniendo sacos terreros para defender el acoso y derribo, ha tirado por el camino de en medio y se la juega ya, con un par. Ha conseguido que se deje de hablar del éxito del PP en 12 horas, ha frenado a los barones que iban a empezar a pedir su cabeza (el objetivo de esto), ha obligado a Podemos y a Más a ponerse de acuerdo en diez días, y vamos a elecciones teniendo en cuenta que el cambio de ciclo está en el aire y ha preferido medirse ahora que el PP aún no llega a mayoría (con las cifras de hoy) que en seis meses. Como le leí a Enrique Olcina, siempre brillante, se ha hecho un 'from lost to the river'. La jugada puede ser brillante, máxime permite a muchos decir que 'ha asumido' el fiasco electoral de las autonómicas pero no nos engañemos, lo hace por su propia supervivencia.
Contras. Muchos pensamos que le va a salir mal. ¿Por qué? Porque el PP viene subido en la ola, porque tiene su maquinaria electoral perfectamente engrasada y porque el PSOE está pagando con creces su alianza con Podemos, que le ha perjudicado no mucho, sino muchísimo. ¿Y si Sánchez hubiera tenido el valor de hacer esto hace un año y prescindir de sus incómodos compañeros de viaje? Creo que habría ganado. ¿Y ahora? Está complicado. Lo único que le puede salvar es que, según un estudio de 'El País' que extrapolaba los resultados de las autonómicas a unas generales, Vox ha bajado y al PP no le da, y hay 62 diputados (de ERC, Junts, Bildu...) que nunca pactarán con los populares. Escuché a Ismael Crespo decir que un 40% de los murcianos están cabreados, hartos de la campaña electoral, y van a ver de nuevo que nuestros políticos, en lugar de centrarse en nuestros problemas, vuelven a sus cuitas, a machacarnos y gastarse un pastizal que es de todos en salvar sus culos. Ojo con eso. A los hosteleros los ha perjudicado y puede estropear las vacaciones de mucha gente. Sabemos que Sánchez solo piensa en Sánchez. Es probable que hasta le caiga mal su propio partido y que no haya olvidado que lo defenestraron en su momento. Se juega la última bala: que le sale, cuatro añitos más, que no, deja de sufrir y en septiembre intenta el movimiento que busca, la Secretaría General de la OTAN. Aquí, en la Región de Murcia, ha supuesto un balón de oxígeno para Vélez y su gente que, de momento, ganan tiempo para seguir ahí. En el PSRM no se mueve una hoja. Están ante una disyuntiva: cambiar a la cúpula, mirar a la sociedad y refundarse o, por el contrario, continuar igual hasta convertirse en un partido residual. ¿Qué harán? Todos nos tememos que lo segundo.
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