Como todos ustedes saben, este fue el lema del despotismo ilustrado, una forma de hacer política que, bajo la pátina que da la vocación humanista, no dejaba de ser lo mismo de siempre, esto es, las élites toman las medidas que han de ayudar al ... pueblo a salir del hambre, la pobreza y la ignorancia porque... ellos qué sabrán. Los revolucionarios franceses no creían en esto, les recomiendo que vean el museo Carnavalet, donde queda registro de que pasaron por la guillotina a todo aquel, incluso revolucionario, que se les ponía por delante. Y es curioso que, en esta época que vivimos, el partido sanchista nos retrotrae hasta el siglo XVIII: ¡menudo avance hemos dado! Bolaños dice que la amnistía es una ley que reconcilia, que ilumina, que nos hace mejores y que «restaura la convivencia». Lo que pasa es que un 75% de los españoles (según los medios conservadores) y un 60% (según los de izquierda) estamos en contra, quizá porque somos tontos, no sabemos lo que nos conviene y, con el tiempo, veremos que estábamos equivocados. Lo dicho, nos gobiernan como en el XVIII.
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Resistencia al manual de resistencia. Y según se destila de ese bodrio que le escribieron a Mr. Handsome, historia que comienza tras el oscuro episodio de la urna tras la cortina –qué premonitorio y no lo vimos– que sigue con la banda del Peugeot y que nos lleva a esto, el líder supremo es quien sabe lo que nos conviene a todos y punto en boca. El otro día escuché a Soraya Rodríguez, antigua líder de lo que se llamaba PSOE en Valladolid, que explicaba muy bien cómo Sánchez provocó la confrontación en el partido cuando surgió aquello de si se dejaba a Rajoy gobernar, tras tres comicios de bloqueo, o se seguía en la trinchera. En aquel momento, a los que pensaron que había que dejar al PP gobernar por responsabilidad ya les llamaron fachas. ¿Les suena? Pedro Sánchez está importando el modelo político-social que lleva años vigente en Cataluña, la aprobación de medidas que van directamente contra la mitad de la población por parte de la mitad que gana con un poquito más del 50%. Muy democrático todo y una fractura constante. La comisión de Venecia ha dicho que la amnistía podría ser algo interesante si hubiera consenso en la sociedad y se modificara la Constitución, exactamente lo que no está pasando.
El error. El fallo aquí está en que parece que un 75% de los españoles está en contra y parece que un 65% de aquello que se llamó PSOE, también. El otro día, el padre Bolaños, que parece fugado del seminario, se marcó 5 entrevistas para la historia. Llegó a decir cosas distintas en ellas, pero la más llamativa fue la repetición hasta el paroxismo de la palabra «reconciliación». Así que, llegados a este punto, quizá deberíamos dar un giro y aceptar el testimonio, el mensaje, el legado mesiánico, cuasi eucarístico, de esa sociedad en la que cantan los pájaros, todo es verde y el cielo es azul. Y los que estamos en contra de esto, somos, claro está, malos, vengativos, estrechos de miras, digámoslo: fachas. Cambiemos de opinión amigos, cambiemos, pese a algunas pegas que ponen los impíos.
Las pegas. Aceptemos la palabra del líder, pese a que no la entendemos. Bolaños tuvo el cuajo de reconocer que el 65% nos oponemos, pero que veremos a la larga que es buena, buenísima. Luego, olviden a esos reaccionarios que dicen que antes del 23-J, el propio Sánchez o Carmen Calvo decían que era ilegal. Olvidemos el tuit del Supremo líder que, el 6 de noviembre del 2019, dijo: «Nadie está por encima de la ley. Puigdemont es un prófugo de la Justicia. Trabajaremos para que el sistema judicial español, con todas sus garantías, pueda juzgarlo con imparcialidad. La Fiscalía cuenta con el respaldo del Gobierno en la defensa de la Ley y del interés general». Eso no pasó, joder. Olvidemos que esto es por 7 votos. Porque esto da estabilidad, aunque Junts diga que no, que sólo sirve para el momento y que no es un pacto de legislatura y que irán votación a votación. Olvidemos que, mientras que el padre Bolaños dice que hay reconciliación, Junts declara que un pijo, que siguen en la vía unilateral y que ahora el referéndum y la independencia. No sigan ustedes lo que les dicta su creencia en la igualdad de todos los españoles, no, hagan caso a Sánchez y Bolaños que sí saben qué nos conviene.
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