Como todos ustedes saben, así se llamaba uno de los 4 entes del Gobierno que, en la inquietante novela de Orwell, '1984', controlaba la información, la prensa y las artes, y se dedicaba, constantemente, a reescribir la Historia. Nótese que los dirigentes de la novela ... de Orwell, que no eran tontos, no lo llaman Ministerio de la Represión, de la Mentira, de la Coerción, no. Queda feo. Le ponen un nombre bonito, 'de la Verdad'. Pues eso hace Pedro Sánchez con su última tropelía totalitaria, antidemocrática y manipuladora. Un malparido plan que debería llamarse 'plan de amedrentamiento contra la prensa libre para que no hable del caso Begoña'. Él le ha llamado nada menos que Plan de Regeneración Democrática. Ya dedicamos un artículo a hablar de los eufemismos y el totalitarismo, pero es la prueba del nueve, cometo una atrocidad democrática, pero le pongo un nombre precioso a ver si cuela. No, no cuela.
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El paripé. La trola, la filfa, el timo, consiste en que esto no es un plan de regeneración. La democracia española no necesita regenerarse, no está degenerada. Esto es una iniciativa que alumbró Mr. Fango, tras los 5 días de 'reflexión' para que la prensa libre y los jueces no se atrevan siquiera a mencionar la tríada maldita de Sánchez: los casos Gómez, Sánchez y Koldo, que van juntos. Punto. Cierto es que la Unión Europea ha dictado un reglamento para controlar la injerencia rusa en nuestros medios y sociedades y que va en la línea contraria a lo que pretende Mr. Fango, controlar a los medios no afines. Cualquier ciudadano medio informado sabe que la libertad de prensa está asegurada en la Constitución y que, si un ciudadano se siente injuriado por un medio, acude al Código Civil y al Penal y un juez dictaminará si ha habido o no difamación. Sánchez podría haber demandado a 'The Objective' y a 'El Confidencial' por sus informaciones sobre el caso Begoña, la pregunta es: ¿por qué no lo ha hecho si dice que eso es fango? La respuesta es obvia: las informaciones son veraces. Si Sánchez llevara a estos medios a juicio lo que habría que certificar es la veracidad de esas informaciones y no quiere.
La verdad. Pero lo cierto es que Mr. Fango tira por el camino de en medio y decide autootorgarse la potestad de sancionar, multar, señalar y ahogar a los medios que él decida hacen informaciones falsas. Es decir, se pasa el poder judicial por el forro de los caprichos. No hace falta ni decir que esto va contra la Constitución y contra la legislación de la UE. Por si esto fuera poco, esto lo hace un tipo que, en rueda de prensa, sólo responde a las preguntas de medios afines y que, además, son los únicos a los que se autoriza a ir a los viajes oficiales. Todo muy plural y democrático. Y por si la impostura de su 'plan de degeneración' fuera poca, el día antes de su aprobación nos encontramos con una información de 'El Confidencial' que descubría que el PSOE anda recogiendo información sensible de periodistas y jueces, proveniente de los archivos de Villarejo, para realizar una campaña contra ellos. Santos Cerdán negó haber encargado dicha campaña a una empleada del partido, conocida 'hater', pero ese medio de comunicación la cazó ese mismo día entrando y saliendo de Ferraz. Eso sí que es un comportamiento antidemocrático y no sé si delictivo, pero nos certifica dónde está situada la verdadera 'máquina del fango'. Han aparecido audios de un empresario que culpa directamente a Sánchez, según él, 'El Gran Jefe'. Nos encontramos y hay que decirlo alto y claro, ante un plan de degeneración democrática cuyo único objetivo es amedrentar para que no se hable de los tres casos de corrupción que acosan a Mr. Fango, como prueba que esta ocurrencia surgió el día en que su mujer fue imputada. Un reglamento que coincide con hasta seis puntos de la ley de prensa de Franco.
Pretenden crear un registro donde los medios estén inscritos con accionistas, capital, etc., esto es, el Registro Mercantil, y desconocemos si los 'periodistas oficiales' tendrán un carnet de pertenencia al 'Movimiento'. En suma, un despropósito que, probablemente, no se pueda aplicar, que busca que no hablemos de otras cosas y que nos deja otra vez ese regusto totalitario que acompaña a Mr. Fango. En una democracia sana los medios controlan que el Gobierno no haga tropelías; en una dictadura, el Gobierno controla a la prensa.
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