Malas compañías

Lo de Junts. Y no, no voy a echarle la culpa a Junts de los errores y burradas que está cometiendo 'Mr. Handsome', porque el culpable de todo es él y sólo por él, por querer gobernar con los votos de 'grillaos' que quieren desmantelar el Estado. Pero su error ha sido, es y será creer que iba a robarles la cartera a los de Carles Puigdemont, como ya hizo con Podemos, ERC o Bildu. Pedro Sánchez, en su inmensa sanchidad y en su magnífico autoconcepto, creía que daría un par de concesiones a Junts y que estos le apoyarían toda la legislatura. Y como ocurre con el mito de Don Juan, luego nada de lo prometido. El problema del líder de la 'Sanchosfera' es que, imbuido en su sacrosanta autocondescendencia, ni escuchó que los de Junts se lo explicaron clarito: «No vamos a cerrar un acuerdo de investidura», dijeron. El mismo Cocomocho contó a su entorno que Sánchez «iba a mear sangre». Y así está siendo, literalmente.

El gran error de Sánchez. Estos tíos piden una cosa. Y Sánchez, ingenuo, se la da creyendo que ya está hecho, que tiene legislatura; presupuestos, pues no. Le piden otra, le exprimen, le aprietan. Y él, en su absoluta debilidad, vuelve a ceder. Y no ha entendido una cosa: y es que Junts, que lo han dicho, no tiene ningún interés en facilitar la gobernabilidad, sino en la independencia de Cataluña. Cocomocho no es tonto, ojo, pero él y sus colegas son una panda de 'grillaos'. Y eso Sánchez no lo entiende. 'Mr. Handsome' no tiene límites para conseguir el poder. Él no es socialdemócrata, ni siquiera es de izquierdas. Si lo fuera, no pactaría con un partido xenófobo y de ultraderecha. Sánchez es de Sánchez. Y es fluido, más que lo era Cs. Pero como diría Sofía Mazagatos, «ha dado con la hormona de su zapato». Y ése no es otro que Puigdemont. Si Sánchez no tiene límites, Cocomocho ni conoce a los suyos y le gana por la mano una y otra vez. Junts no quiere facilitar el gobierno, quiere «hacer que el presidente mee sangre», porque no piensan en la legislatura. Piensan en recuperar terreno en las elecciones catalanas. El otro día, votando en contra de la amnistía, machacaron a Sánchez y, sobre todo, a ERC y Junqueras, que quedó, como dice Serrat, chupando un palo sentado sobre una calabaza.

La prueba. Y para muestra, un botón. Sánchez está violentando el Estado de Derecho para, no ya amnistiar (que eso ya lo ha firmado), sino para dar inmunidad a una panda de locos que cometieron múltiples delitos. Cocomocho no le exige la amnistía. Eso ya lo tiene. Le exige librarse de cualquier delito que pudiera venirle. Esto es, imnunidad. Ya me parece mal que la tenga el Rey, como para que la tengan estos locos. Sánchez pretende modificar el delito de terrorismo, que ya está bien explicitado en la legislación europea. Y cambiar hasta la ley de enjuiciamiento criminal para que se escapen. ¿Quiénes? Unos tíos que habían acordado con Putin crear un paraíso fiscal para la criptomoneda rusa a cambio de quinientos mil millones y 10.000 soldados rusos. Párense a pensarlo por un momento: Sánchez está ayudando a unos tíos que pretendieron meter 10.000 soldados rusos en un país de la UE y, lo que es peor, territorio OTAN. Imagínense por un momento la que iban a liar estos pájaros por su cansina independencia. Están locos. Y Sánchez va de su mano. Es obvio que esto solo puede acabar mal para él y para ese partido que se llamó PSOE.