Si bien es cierto que en España hemos disfrutado de una rica tradición de brillante intelectualidad y que los hemos tenido de izquierdas y de derechas, tras la Transición, y después de '40 años de paz', la mayoría de nuestros intelectuales se situaban más en ... la izquierda que en la derecha. En un país que alumbró pensadores conservadores como Ortega y Gasset, Unamuno, Cela o Maetzu, parecía que la mayoría de los intelectuales se arrimaban a la izquierda. No quiere decir que no hayamos tenido brillantes articulistas de derechas desde la Transición, pero daba la sensación de que lo políticamente correcto era asociarse, al menos, al centro izquierda. Pedro Sánchez, en su huida hacia adelante, ha dinamitado todo esto.

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Imposición. Hacer comulgar con ruedas de molino a la parroquia es mala receta, pero intentarlo con la intelectualidad es peor aún. Porque la gente que se gana la vida leyendo, escribiendo, pensando, suele darle muchas vueltas a las cosas, reflexionar, e ir más allá de los argumentarios que Moncloa manda por un lado a ministros y cargos, y por otro a medios afines. Y hete aquí que frente a una actuación que está mal, injusta, y llevada a cabo por un interés particular como es la amnistía, una gran parte de la sociedad ha reaccionado como corresponde: denunciando que es una locura. Si algo está mal, está mal, y punto. No hace falta ser ingeniero termonuclear y de prospecciones prospectivas en el hiperespacio para ver que es un disparate que, por un mismo delito, un tío puede pagar con cárcel si es de Tomelloso y anarquista y otro, quedará libre, si nació en las tierras catalanas y es independentista. Si esto lo entiende hasta el que asó la manteca, imaginen ustedes la intelectualidad.

Algunos casos. El caso más llamativo y epicentro de los comentarios en días pasados ha sido el de Javier Cercas, que ha pasado de pedir el voto para Sánchez y negar por activa y por pasiva que el partido antes conocido como PSOE pudiera llevar a cabo semejante disparate, a reconocer públicamente que se equivocó, que no podía imaginar esto y a abjurar de su apoyo a Mr. Handsome. Algo parecido ocurre con un periodista al que admiro mucho, Antonio Casado, un tipo cabal, moderado y que siempre estuvo, más o menos, en la órbita de lo que sería la izquierda moderada. Desde julio, Casado sostenía que era imposible que un partido más que centenario y de sosegada tradición socialdemócrata pudiera llevar a cabo la tropelía de la amnistía. Ni lo esperaba ni lo creía posible. Como Cercas, ha reconocido, y eso le honra, que estaba en un error y ha criticado duramente este disparate de Sánchez que es cualquier cosa menos demócrata y progresista.

Difamación. Y es aquí donde el aparato mediático de Moncloa y el propio partido, al que podemos llamar ya partido de Pedro Sánchez, se han lanzado a la descalificación de todo aquel que se opone a la amnistía, señalando que son poco menos que ultraderechistas. Algo como 'caca, pedo, culo pis'. Si hago una burrada y me lo recriminas eres de derechas. Lo de la amnistía es un error mayúsculo, pero la huida hacia adelante generada tras el error es peor aún. Cuando llamas facha a un tío por defender la libertad que tú atacas, ya te puedes hacer a la idea de que en el futuro no te vota o si es un intelectual no te apoyará ni de coña. Todos esto pinta un panorama muy, pero que muy negro para el PSOE postamnistía. La cosa ha llegado hasta el extremo de descalificar públicamente a dos tíos que modernizaron España y que siempre han tenido muy buena cabeza: González y Guerra. Descalificar, insultar, llamar dinosaurio a gente que hizo grande a tu partido es otro detallito más del nivel humano de Sánchez y sus cómplices. Cada vez son más los pensadores, los articulistas, los opinadores, que insisten en que este disparate va en contra de la Constitución y de los valores básicos de la UE. ¿Y ellos? Hay sectores del antiguamente llamado PSOE que manifiestan, 'sottovoce', que deben poner pie en pared, están hartos de las humillaciones de Junts, porque estos dos meses les han parecido dos años y saben que esto acaba mal para su partido. Pero nones. Escribiendo este artículo me entero de que Savater ha sido despedido del periódico que fundó, 'El País'. Otra muestra más de que este partido que se ha quedado Sánchez se queda solo. Miren, si no, el Cemop.

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