Error de estrategia
Ridiculizar a Aldama no me parece la táctica más inteligente, y a las pruebas me remito
¿Qué ha pasado con el fango? ¿Y el 'lawfare'? Hace semanas ya que las terminales mediáticas del Gobierno y el propio Ejecutivo sanchista han ... dejado de insultar a los jueces y hablar de pseudomedios. ¿Por qué? Hay dos motivos: el primero es que, como esperábamos, las informaciones de 'El Confidencial', 'The Objective', 'Vozpópuli', 'El Debate', 'El Mundo' o 'ABC' sobre las irregularidades de los acólitos de Mr. Handsome han ido confirmándose tras los informes de la UCO –que según ellos mismos eran Palabra de Dios–. La segunda es que, hasta ellos mismos, incluso desde su infinita prepotencia, se han dado cuenta de algo que cualquiera que sabe un poco de política tiene claro: no es buena receta meterte con los jueces y con los medios. Les ha costado.
Esto ya lo hemos vivido. Ya dijimos en esta misma columna que cada vez que nos las vemos con un caso de corrupción, sea del PSOE, de CIU, del PP o del partido de los amigos del número 7, asistimos al mismo ritual, a las mismas mentiras. Fase 1: 'no hay nada', 'eso no llega a ningún sitio'... si tuviéramos un euro por cada vez que lo hemos oído seríamos millonarios. Desde Pedro Antonio Sánchez, pasando por el chache Valcárcel o Pepe Vélez, esa letanía cansa ya. Fase 2: intento de desacreditar a los medios que han dado la noticia, que si son fachas, o rojos, o al servicio del Estado español. 'Recortes de periódico', 'pseudomedios'... etc... Es decir, difamar a medios de comunicación que, como pasó con 'el GAL', 'la Gürtel' o ahora el 'caso Sánchez', han realizado investigaciones con pruebas más que fidedignas y, como muestra, digamos que no han tenido pelotas ni a demandarlos ni a dar explicaciones. Sólo fango, ultraderecha, bulos, culo, caca, pedo, pis... Fase 3: como la cosa avanza y el proceso judicial no se archiva, pues entonces hay que desacreditar a los jueces. Esto ya los sufrieron jueces como Castro, Aldaya o Marino Barbero, al que el 'caso Filesa' le costó la salud y la vida. Todos ellos sufrieron presiones brutales e inconcebibles en un Estado democrático. Ahora le ha tocado a Peinado, difamación tras difamación. Y llegamos a la fase 4: cuando los arrepentidos cantan, sea Bárcenas, Carlos van Schowen o Amedo, la táctica es decir... ¿pero va usted a creer a un delincuente antes que a un presidente de gobierno? Pues qué quieren que les diga, Aldama ha pasado de ser condecorado por la Guardia Civil a ser «un personaje».
Se han equivocado en todo. Pedro Sánchez es un prepotente y un narcisista. Como cualquier líder con los pies de barro, se ha rodeado de una panda de ineptos, incompetentes pero fieles hasta el final, y eso le está pasando factura. Desde corruptelas torpes y zafias de sus subordinados dejando rastros por doquier, hasta fiscales de relumbrón escribiéndose por WhatsApp dejando constancia por escrito de conductas probablemente delictivas. Es por esto que su actuación no ha podido ser más desastrosa. Primero dijo que confiaba en la Justicia, nones. Se han dedicado a, incluso, poner en duda la independencia de la misma, han faltado al respeto a todos los jueces de España diciendo desde el Gobierno que hay 'lawfare'. Han privilegiado económicamente a ciertos medios de comunicación e intentando amordazar a otros. Le han metido dos querellas por prevaricación al juez (desestimadas), revelado datos falsos sobre el mismo («tenía dos DNI») e impedido por ejemplo que Gómez declarara dejando la sensación de ser más culpable que Judas Iscariote. Se han comportado como matones de tercera, llamando facha a todo aquel que decía que habían actuado mal y para rematar, la han cagado con Aldama. Sánchez ya dejó caer, sin atisbo de culpa, a su número dos, Ábalos. ¿Qué iba a hacer si no con Aldama? Lo han dejado solo en la cárcel, pensando que traicionar a todo el mundo sale gratis. Alguien le metió dos tiros a su coche, un preso le amenazó con darle «un chute» si hablaba y viendo que, tras ser ninguneado por Ábalos, se lanza a hablar, no se les ocurre otra cosa que ningunearlo más: que si «Anacleto», «ese presidiario», «el personaje»... Brillantísima estrategia. Aldama no tiene un pelo de tonto y, como todo el que hace negocios con políticos corruptos, ha guardado pruebas. Y Choclán, su abogado, a diferencia del inútil que representa a Begoña, es un distinguido penalista especialista en pactos con la Fiscalía. ¿Qué podía salir mal? Es evidentísimo que Sánchez, tarde o temprano, acaba como el rosario de la aurora.
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