España es, sin duda, un gran país. Creo firmemente que tenemos muchas cosas buenas: un Estado avanzado de la UE, su cuarta economía, buena calidad de vida, sobre todo en el Mediterráneo –por la relación ocio/trabajo, por el clima y la proporción de horas ... de luz–, una sanidad universal, una sociedad abierta y plural, en fin... un buen sitio donde nacer y vivir. Pero tenemos algún defectillo que otro, ciertas cosas que deberíamos cambiar, a saber, la envidia, deporte nacional, o el cainismo, terrible. Miren si no a PP y PSOE que representan todavía el 'Duelo a Garrotazos' de Goya, más empeñados en no entenderse y poner el país en manos de los indepes unos, y los ultras, los otros. Hay otro defecto que arrastramos y que me parece grave. Creo que es consecuencia de haber sufrido 40 años de dictadura y llegar, como nuevos ricos, al sistema democrático arrastrando traumas del pasado. Después de más de 40 años de democracia parece que asimilamos como poco progre que se sancione al golfo, al delincuente, al antisocial, que lo vemos como un exceso de autoritarismo. Y eso es malo, muy malo.
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Alergia. Desde la Transición se nos quedó como el tic de que sancionar es malo, de que castigar es retrógrado y de que todo debe solucionarse hablando y pasándole la mano al malo por la chepa. Algo así como la mayor parida educativa que vieron los tiempos, eso de 'vete, siéntate y piensa en lo que has hecho, nene'. En los países serios de Europa, los de larga tradición democrática, se respetan las leyes y no les duelen prendas al sancionar a los jetas que incumplen la ley. Aquí no, nos da cosa. Y así nos va. En Alemania, Francia o Inglaterra, si incumples la ley, lo pagas. Aquí no. Porque hay quien piensa que es algo facha. Ejemplo de cómo se han de hacer las cosas: aquella campaña de Tráfico en que se endurecieron las sanciones, se bajaron los límites de alcoholemia y se sancionó con dureza a los infractores. ¡Cómo cambió el cuento y cuántas vidas se salvaron! Las estadísticas de gente que moría o quedaba inválida mejoraron, aquello fue estupendo para la sociedad. Que se cumpla la ley en una democracia es bueno. Punto.
Ahora. Saco este tema a colación porque lo del cumplimiento de ciertas leyes en España es de traca. Por ejemplo, la UE acaba de emitir un durísimo informe sobre la imposibilidad de estudiar en español en Cataluña y, lo que es peor, ¡el constante incumplimiento de las sentencias por parte de la Generalitat! ¡Toma del frasco, carrasco! Otro ejemplo: las normativas medioambientales y su constante incumplimiento. Miren a dónde llegamos con el Mar Menor, vertido de nitratos por encima de lo permitido por la UE y la desaladora de Valdelentisco, que es del Ministerio, vendiendo agua a regadíos ilegales. Parece que ahora, unos y otros, han comenzado a tomárselo en serio. Y escribo de esta alergia de nuestros políticos y de la parroquia a que se cumpla la ley por el tema de la amnistía.
Las dos mentiras. Las dos principales mentiras de Sánchez para promulgar la amnistía son: 1. Es para frenar a la ultraderecha. 2. Es para pacificar Cataluña. La primera se ha visto falsa cuando ha dado las competencias en inmigración a los ultraderechistas de Junts. ¿Y la segunda? Pues todos sabemos que Cataluña estaba muy, pero que muy tranquila, y es él y sólo él quien ceba a los locos 'indepes' y aviva el fuego. ¿Por qué se había quedado tan tranquila Cataluña? Porque tras el intento de golpe del 1-O, se aplicó la ley. Los golpistas fueron a la cárcel y se abrieron procesos contra aquellos que habían cometido delitos. Miles de empresas se largaron. Y ante dicha situación aquello quedó como una balsa de aceite. Durante 45 años la estrategia de PSOE y PP fue dar cosas a los 'indepes', y cuanto más les das más crecen. Por primera vez en la historia de la democracia se aplicó la ley, se sancionó, y la cosa quedó en calma. Y ahora, Sánchez, que presenta una irresistible tendencia a arrodillarse ante gente como los indepes supremacistas o el rey de Marruecos, esto es, gente que quiere mal a España, ha reactivado el avispero separatista con: indulto, rebaja de malversación y sedición, amnistía y ojo, posible referéndum. Con los nacionalismos excluyentes solo hay un camino, el que siguen en Europa, que los tienen: la aplicación de la ley y la sanción si corresponde.
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