El filósofo francés Edmond Thiaudière definió la política como «el arte de disfrazar de interés general el interés particular». Y si alguien ha representado esa máxima al mil por ciento es Pedro Sánchez con su último giro de guion que va dirigido a amnistiar a ... los golpistas del 'procés'. Ese neodiscurso de que la amnistía es lo más moderno, lo más guay, lo más progre y que si no lo ves claro eres poco menos que un fascista, no existía hace apenas dos meses. Es más, el discurso de Sánchez y sus ministros durante la campaña era, precisamente, el contrario, pues cuando eran preguntados por el tema en relación con su futura y segura alianza con ERC –entonces de Puidgemont ni se hablaba– decían de manera categórica que «no entraba en la Constitución, y la consulta, tampoco».
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Siete diputados. ¿Qué ha pasado entre medias? ¿Cómo puede ser que algo que era anticonstitucional pase a ser ahora algo maravilloso, 'flowerpower', una herramienta imprescindible para la reconciliación, que da vitaminas, que hará que los 'indepes' se moderen y que nos hará ser más altos y más guapos? No se engañen: siete diputados. No hay otra. Y es entonces cuando entra en juego la cita de Thiaudière, el interés personal de Pedro Sánchez y de su grupo, de aquellos que ocupan cargos importantes en su Gobierno, ha de venderse como el interés general. Y algo que era malo hacía dos meses ahora es lo más mejor, y expulsan a Redondo Terreros del partido por defender lo que la misma ortodoxia del 'sanchismo' defendía apenas hace dos meses. Y me da rabia porque no me gusta el término: 'sanchismo'. Porque ha sido utilizado hasta la saciedad por el sector más carca de nuestra derecha, pero empieza a ser una forma de hacer política. En sus sucursales, también. Que se lo digan a Emilio Ivars. El que disiente, expulsado del partido. No hay mayor grado de caciquismo.
Orwell. Y volvemos al intento orwelliano de nuestros políticos de reescribir la realidad, de reformular el pasado, de manipular al ciudadano y de grabar en la mente del mismo una cosa, para luego, pretender resetearlo y grabarle lo contrario. Es infame e inmoral. Ya nos vale tener que aguantar que un político diga, grabado en televisión, una cosa, y tenga los cojonazos de decir la contraria dos días después y que le salga gratis, como para que pretendan que los ciudadanos asumamos esos cambios aplaudiendo como zombies acríticos y desmemoriados. Porque es que ahora escuchas y lees a los periodistas afines a Sánchez, a los columnistas, a los opinadores, a los seguidores del partido, y han olvidado, por arte de magia, que lo que dicen ahora González, Guerra y Redondo es lo mismo que decía el PSOE de junio. Pero no, eso es de dinosaurios, ahora lo moderno es lo otro, la amnistía. ¿Nos toman realmente por tontos?
La amnistía. Y ahora viene el tema, sin ser jurista se entiende que parece difícil amnistiar a más de 1.500 tíos teniendo en cuenta que es una figura que no contempla la Constitución y que esos individuos, o al menos muchos de ellos, no han sido juzgados. ¿Dónde queda la presunción de inocencia? Si voy a amnistiar a una persona antes de juzgarla estoy dando a entender que es culpable. Otra: ¿cómo se va a articular amnistiar a distintos fulanos por supuestos penales tan diferentes como poner una urna o tirar una piedra de grandes dimensiones desde una azotea que hiere y casi mata a un policía? Otra: amnistiar a los participantes del 'procés' supone que no hicieron nada malo, y que el Estado no tenía razón y es, como dice Puigdemont, un estado fascista y opresor. Otra: Puigdemont, que no se fía de Sánchez y con razón, dice que «se cobra por adelantado». ¡Qué expresión más bonita! Reduce nuestra política a eso, a una mierda. Pues bien, si Junts exige la amnistía antes de la investidura, ¿cómo lo va a hacer un gobierno en funciones? En fin, todo es una locura, pero si te parece mal, eres facha. No hay que descartar la posibilidad de elecciones en enero, ojo. Una encuesta de Metroscopia muestra que el 75% de los españoles y un 65% de los votantes socialistas están en contra de la amnistía. Iglesias, que busca venganza, se descuelga con exigencias inasumibles y no descarto que el día de la investidura alguien sufra una indisposición o pierda un vuelo. También hay descontentos en el PSOE. Podríamos ver sorpresas.
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