La ingestión de carnes rojas
Garzón no ha ido contra la ganadería, sino contra un modo de producción de carne insostenible y altamente contaminante
Ha habido opiniones a favor y en contra de las declaraciones del ministro de Consumo Alberto Garzón. Los debates, si son razonables, pueden ayudar a ... profundizar y analizar en el asunto que se trate. Considero que el ministro no dijo nada nuevo en su campaña 'Menos carne, más vida'. Lo vienen diciendo desde hace años los científicos y los nutricionistas: hay que reducir el consumo excesivo de carne y apostar por dietas equilibradas y saludables, para mejorar la salud personal y la del planeta.
Tras las palabras del ministro se levantó un vendaval de críticas tanto de la oposición como de sus propios socios de gobierno, utilizando argumentos superficiales y sin fundamento, en un alarde de ignorancia y patrioterismo barato.
Desde el punto de vista médico hay pocas dudas sobre el impacto negativo del consumo de carne roja (ternera, buey, toro, caballo...) en la salud. La ciencia ha demostrado que su consumo excesivo está vinculado a enfermedades cardiovasculares. Asimismo, en 1997 el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer establecía vínculos del consumo de carne roja con diversos tipos de cáncer. La prestigiosa revista médica 'The Lancet' publicaba en 2019 un estudio, fruto de tres años de trabajo científico multidisciplinar, en el que aconsejaba comer más frutas, verduras y legumbres, y menos carne roja y procesada. Sugería reducir la carne roja a 400 gramos a la semana. La propia Agencia Española de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición recomienda un consumo de carne roja de no más de 350 gramos a la semana. España es el país que más carne consume de la Unión Europea: unos 275 gramos diarios en promedio. Los expertos dicen que deberíamos reducir un 84% nuestro consumo.
Dirigentes del PSOE y del Partido Popular han acusado al ministro Garzón de ir contra el sector ganadero de nuestro país, que «tantos empleos genera». Garzón no ha ido contra la ganadería, sino contra un modo de producción de carne insostenible y altamente contaminante. Se ha referido al impacto ecológico de las macrogranjas, que producen la mayoría de la carne que consumimos, donde los animales reciben altas dosis de antibióticos y hormonas.
Los científicos explican que las flatulencias de las vacas y las heces de los cerdos generan a nivel global grandes cantidades de metano y dióxido de carbono. La macroganadería industrial, en su conjunto, representa a nivel mundial casi el 16% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Más aún, en años recientes, grandes pulmones de la humanidad (por ejemplo, la Amazonia brasileña) están siendo deforestados en aras de la producción de soja para elaborar los piensos con los que se alimentan las vacas.
El ministro Garzón se ha mostrado partidario de la producción de carne en granjas más pequeñas y sostenibles, de ganadería extensible, que enriquecen los suelos, protegen el territorio y fomentan la economía local. Los expertos afirman que no es cierto que las macrogranjas generen puestos de trabajo porque el trabajo está supermecanizado. En cualquier caso, la justificación de una actividad económica no debe ser solo que cree empleo o no. ¿Aplicaríamos el mismo criterio para la producción de drogas o armas?
El cuidado de la salud de las personas y del planeta está por encima de los beneficios empresariales. La disminución en el consumo de carne roja es ya una cuestión de salud pública y medioambiental.
Considero que el presidente Sánchez tuvo una desafortunada intervención con lo del «chuletón». En realidad, tanto gobernantes como opositores parecen más preocupados por defender las grandes macrogranjas que la salud de los ciudadanos y la del planeta.
¿Por qué irritarse con una campaña que trata de concienciarnos sobre la necesidad de reducir nuestro consumo de carnes rojas para mejorar nuestra salud? ¿Es tan difícil entender que, si disminuimos el consumo de carne, reducimos también la emisión de gases de efecto invernadero y contribuimos a mejorar la salud de nuestro planeta, como afirman los expertos de la ONU? Creo que nuestros políticos deberían nutrirse en los criterios éticos y en los datos científicos más que en los lobbys de las grandes empresas.
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