Una Navidad para mí inédita. En familia. Bueno, con parte de la familia, con mi hija menor, pero en Barcelona. El día antes de Nochebuena, por la tarde, caminamos demorándonos por el paseo de la Bona Nova y por calles adyacentes, como Muntaner, en el ... barrio de Sarriá; zona 'pijota', de dinero, pero, curiosamente, no de burguesía catalanista, sino más bien españolista.

Publicidad

Aquí es raro oír hablar en catalán. Se lo hago notar a mi hija y me dice que, efectivamente, no es común escuchar el catalán. Ella lo habla muy bien. Este es su barrio y lo conoce bastante sociológicamente, me da algunas claves sociológicas, por ejemplo, que aquí gana siempre Ciudadanos en las elecciones. No sé si ahora, con el declive de ese partido, seguirá siendo así. En cualquier caso, aquí encontramos de todo, este es también el barrio de Torra, el anterior presidente de la Generalitat.

Caminando por el Paseo de la Bona Nova (la buena nueva en castellano) y le explico a mi hija, ya que estamos en Navidad, que esa expresión tiene que ver con la tradición cristiana, con el Evangelio, con el nacimiento y posterior muerte de Jesucristo, y con la idea central cristiana de que la buena noticia es que, merced a ese sacrificio, todos estamos salvados dependiendo de nosotros mismos.

Mi hija menor, como su hermana mayor, lamenta ahora no conocer mejor la tradición cristiana. Aunque no son creyentes, ahora, ya mayores, son conscientes de pertenecer a la cultura católica. Además, como ambas, de una forma u otra, están inmersas en el mundo del arte, se dan cuenta de que con esa carencia no es posible entenderlo bien, al menos hasta finales del siglo XIX.

Publicidad

Mi hija, mientras paseamos y tapeamos por su barrio, me dice que se esfuerza por seguir un aprendizaje de todo esto. Yo siempre he reivindicado que en el bachillerato se dé una asignatura de historia de las religiones y especialmente de historia cristiano-católica. No como catecismo, sino como tradición cultural.

Le digo a mi hija que lamento no haberla obligado a estudiar esto de adolescente. Me dice que hubiese sido inútil, y me recuerda que yo sí lo intenté, pero, claro, me explica que si a una adolescente de 14 o 15 años le dan a elegir entre catecismo, historia de las religiones o nada, está claro lo que va a elegir. Por ello es necesario una historia de las religiones con puntuación y en igualdad de condiciones con otras asignaturas.

Publicidad

Al día siguiente me lleva a visitar la casa Batlló, que increíble y culpablemente yo aún no conocía. Y aunque sea arquitectura civil, también allí nos surge el catolicismo de Gaudí entre tanta belleza. Los símbolos son los símbolos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad