Una de las frivolidades que tenemos los seres humanos en general, y los españoles en particular, es nuestra predisposición a prejuiciar a las personas, a ... encasillarlas. Eres de los buenos o eres de los malos; estás con los nuestros o contra nosotros. Sabemos que la mayoría de las veces, las cosas no son ni blanco ni negro, abundan los matices grises.

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Si ya de por sí es difícil enjuiciar a una persona, la dificultad se acrecienta si los hechos por los que se juzga a esa persona fueron realizados hace casi un siglo, porque, dada la distancia temporal, los detalles pierden relieve y se difuminan.

Nuestra querida ciudad de Murcia ha sido cuna de personas ilustres, entre los que, con todo merecimiento, tiene cabida el ingeniero de caminos Juan de la Cierva, aunque más que de caminos, debería haber sido ingeniero aeronáutico, ya que esta rama de la ciencia es la que cultivó y la que le encumbró a la fama, primeramente por ser el constructor del primer biplano, el cual no tuvo mucha fortuna y, posteriormente, del autogiro, por el que ha pasado a la posteridad.

Pues bien, aunque De la Cierva lleva en la tumba 85 años, paradójicamente ahora está más vivo que nunca. Nuestra Ley de Memoria Histórica lo ha resucitado para su encumbramiento por unos, y para ser denostado por otros.

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El caso requeriría, más que un debate político o científico, de un examen psiquiátrico, por la cantidad de contradicciones que se dan, a las que, por cierto, nos tiene acostumbrados el actual Gobierno de España. Veamos la situación:

Desde el año 2001, el Gobierno, por medio de su Ministerio de Educación y Ciencia, concede el Premio Nacional de Investigación Juan de la Cierva. El mismo Ministerio, desde el año 2004, viene desarrollando el Programa Juan de la Cierva, por el que se pactan contratos y se conceden becas, para promover y estimular la investigación científica. La vigente Ley de Memoria Histórica fue aprobada en 2007, pero ello no fue óbice para continuar otorgando hasta hoy el galardón y las becas antes citadas, sin oponer reparo a su denominación. ¿Por qué no fueron derogados estos reconocimientos y ayudas públicas, coincidiendo con la aprobación de la LMH?

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El Ministerio de Fomento, que deniega ahora al Gobierno de la Región de Murcia la denominación propuesta, este mismo Ministerio, con idéntico titular a su frente, aprobó en el Congreso de los Diputados la referida propuesta en febrero de 2019, o sea, dos años antes. ¿Cómo se puede decir que sí y, dos años después, donde dije digo, digo Diego?

El Gobierno de la nación, basándose en un informe emitido por un prestigioso historiador, ha decidido borrar del mapa público la figura de De la Cierva, a causa de una presunta ideología franquista, concretada en su colaboración con los sublevados contra la República, colaboración que califican como esencial para abrir la puerta que dio entrada a nuestra triste guerra civil, y para designar al Sr. De la Cierva con el calificativo de golpista.

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Esta decisión es compartida por una parte de la ciudadanía, incluida la murciana, pues especial insistencia en esta proposición ha sido la de la Federación de Asociaciones de Memoria Histórica de la Región de Murcia, la que se arroga el privilegio de haber sido la causante de la desestimación de bautizar nuestro aeropuerto con el nombre de nuestro ínclito paisano.

Nos parece, como mínimo, apresurada la decisión del Gobierno de denegar la denominación de nuestro aeropuerto con el nombre del personaje que nos ocupa, porque, cuando menos, tendría que haber requerido otros informes de otros tantos serios historiadores, ya que, a juzgar por los comentarios de expertos en la materia, la acusación de colaborar con los sublevados está poco clara, existiendo dudas razonables de su participación activa y consciente, dudas que se intensifican al juzgarlo como golpista.

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Entendemos que calificar de franquista a alguien que murió en 1936, tres años antes de que se instaurara el régimen, como mínimo, parece algo atrevido. La mayoría de voces apuntan a las ideas monárquicas del personaje, al que, en cualquier caso, le tiraba más la pasión por sus investigaciones aeronáuticas que por la vida política. Desde varios años antes del inicio de la guerra civil, De la Cierva vivía y trabajaba en Inglaterra, en el campo que le apasionaba, la aeronáutica, mirando tan solo de reojo la situación política en España.

Por otra parte, contrasta la tolerancia y dejadez de nuestro actual Gobierno para unas cosas, y lo digno y estricto que se pone para otras. A veces, incluir a alguien en uno u otro platillo de la balanza depende de la suave brisa que pueda hacerlo caer en una de las dos aceras, y del color de la lente que use quien tenga que tomar la decisión.

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Por ejemplo, una persona a la que, sin duda, podría calificarse de franquista, pues llegó a ser, ni más ni menos, que ministro del Movimiento en el crepúsculo de la etapa franquista, fue Adolfo Suárez. A pesar de ello, y creo que con gran merecimiento, su nombre lo lleva con orgullo el principal aeropuerto de España. ¿Por qué? Pues porque sus méritos en la Transición fueron evidentes y nadie los cuestiona, como nadie cuestiona los méritos civiles de De la Cierva. Otro ejemplo: varias calles y plazas gozan del nombre de Santiago Carrillo, a quien muchos historiadores le imputan la responsabilidad de los asesinatos de Paracuellos, sin que nuestro Gobierno mueva un dedo para suprimir su nombre de los lugares públicos.

Volviendo al tema que nos ocupa, la cuestión, a nuestro modo de ver, es dilucidar qué platillo de la balanza pesa más: el de una dudosa colaboración consciente con los sublevados en la guerra civil, o sus ciclópeos méritos profesionales, como precursor del que más tarde sería un vehículo muy necesario en los campos civil y militar.

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Concordia, no revancha ni venganza, dice nuestro actual presidente del Gobierno. Pues más por revancha o venganza parece que quieren eliminar de nuestra memoria a Juan de la Cierva. El conspicuo personaje tendría su ideología, como todo hijo de vecino, pero no se puede condenar a nadie por sus ideas. Si fuese así, hoy, unos cuantos políticos nacionalistas estarían imputados y, probablemente, en la cárcel.

Tenemos el convencimiento de que somos mayoría los murcianos a los que, con orgullo, nos complacería llamar Juan de la Cierva a una de las infraestructuras más importantes de nuestra Región.

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