La aplastante victoria de Moreno Bonilla el pasado domingo en las elecciones andaluzas ha supuesto una suerte de epifanía para Feijóo y el PP: la ... moderación gana elecciones. El 'modelo Ayuso' –minimizar a Vox mediante la asunción de sus políticas– y el 'modelo Mañueco' –gobernar con la ultraderecha como si nada pasara, silbando y girando la mirada hacia otro lado– no son los únicos posibles para el centro-derecha. Gabriel Rufián –un político cuya capacidad de estridencia es tan grande como su inteligencia– lo calcó, en un pronto análisis, cuando afirmó: «Para frenar a la ultraderecha la gente vota a la derecha. Primer aviso». El PP ha descubierto algo ya sedimentado en las grandes democracias europeas: es la derecha moderada la encargada de frenar a la ultraderecha. Lo demás son milongas y argumentos de mal superviviente.

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El problema, empero, es que el Partido Popular tiene una doble vida: la de Ayuso y la de Moreno Bonilla. Y Feijóo debe bombear al unísono sangre para alimentar ambos organismos. La euforia del incontestable triunfo andaluz le llevó a abandonar, por un momento, su acendrado galleguismo y decantarse así explícitamente por una de las identidades del actual PP: la moderada. «¡Todos moderados!» –se escuchaba el pasado lunes desde Génova–. Y, claro está, como si de un acto de transustanciación se tratase, los recalcitrantes ultras se convirtieron en moderados ante los ojos de todos. A López Miras no le empachan lo más mínimo estos giros copernicanos a plena luz del día y con taquígrafos: pasó en tiempo récord de ser el Cid de Casado y García Egea a postular la 'alternativa Feijóo' como si fuera su profeta. De la misma manera, el lunes señaló a Moreno Bonilla como el nuevo Moisés que llevará a las 'autonomías atascadas' como la de Murcia a la tierra prometida de la mayoría absoluta. De hecho, su secretario general, José Miguel Luengo –uno de los políticos más cancheros y con peores formas del panorama regional–, saludó la victoria de Moreno Bonilla como la firme demostración del rechazo de la ciudadanía a las políticas polarizadas y radicalizadas. Ver para creer. De repente, López Miras y sus planetas hacen ostentación de su espíritu moderado. ¿Cómo? ¿Es moderado tener a una consejera de ultraderecha al frente de la educación regional? ¿Es moderado votar a favor de la implantación del 'pin parental' y querer eliminar de los libros de texto todos aquellos contenidos que hagan referencia a la diversidad? ¿Es moderado negarse a solventar el problema del Mar Menor en su raíz –la agricultura de nitratos–, desviando la atención hacia soluciones en precario? ¿Es moderado comprar las voluntades de los diputados de otros grupos parlamentarios como Cs para perpetuarse en el poder? ¿Es moderado erradicar la democracia interna de tu partido y medrar en Madrid para que Patricia Fernández no se presente en el congreso regional bajo la advertencia de que, en caso de hacerlo, dicho congreso no se celebrará? Quizás vivo en una región diferente y no lo he percibido. Nuestro Gobierno regional es un paradigma en la aplicación de políticas de la alteridad y no he sabido percibirlo. Me declaro culpable por ver como halcones a aquellos que dicen ser moderados. Qué mala fe tengo.

El PP 'moderado' destaca, además, por estar llevando a cabo una de las maniobras de aniquilación más refinadas de otro partido que se recuerden: la trituración de Ciudadanos. Todo apunta a que Moreno Bonilla, tras la desaparición de Cs del Parlamento andaluz, seguirá contando con los consejeros del partido naranja que le han acompañado durante la primera legislatura. El objetivo no es ya lograr la falta de representación de Cs, sino de que lo poco que queda de este partido no exista como entidad externa al PP. Y lo más impactante de todo es que, entre la cúpula de Ciudadanos, parece propagarse una especie de 'síndrome de Estocolmo': aquellos que, de manera carroñera, no dejan ni los huesos del otrora partido revelación son tratados por sus víctimas con gestos de genuflexión. En la Región de Murcia, por ejemplo, los tránsfugas de Cs muestran más entusiasmo por López Miras que ninguno de los afiliados del PP. Su única posibilidad de sobrevivir políticamente es en un contexto en el que su falta de ética sea interpretada como un acto de heroicidad y de lealtad a los valores. Y este contexto no es otro que el del 'moderado' López Miras. Solo en 'el mundo del revés' –el 'upside down' de la serie 'Stranger Things'– de su Gobierno, Isabel Franco, Valle Miguélez, etc, son figuras ejemplares y nada han tenido que ver en el golpe de gracia que ha recibido su expartido a escala nacional.

Según todo parece indicar, López Miras se deshará de la cuota tránsfuga antes de las elecciones, con el fin de asear la imagen de su Gobierno y alejarlo del territorio de los halcones. Pero, del mismo modo, no está descartado que, después de las elecciones, el presidente del PP regional recupere a todos aquellos a los que les debe la vida. Aunque no se trata de casos gemelos, la estrategia de recuperar, en Andalucía y la Región de Murcia, a los 'ex' de Ciudadanos como independientes entraña idénticos modos de comportamiento hacia el partido naranja. La política murciana da para mucho, y nada debe ser descartado a priori. Lo rocambolesco se ha convertido en un derivado del neorrealismo en el caso de la Región de Murcia. Los halcones disfrazados de moderados utilizarán cualquier tipo de estratagema con tal de agarrase con uñas y dientes a la oportunidad histórica y desproporcionada que les ha dado la vida.

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