Año del Señor de 1731. Frente a las costas de Florida, el guardacostas español 'La Isabela', al mando de Juan León Fandiño, apresa al navío ... británico 'Rebecca', capitaneado por Robert Jenkins. Hartos de las correrías de corsarios y piratas ingleses que, desde el maldito Tratado de Utrecht no paraban de atentar contra los navíos españoles en sus rutas comerciales, la Armada toma la iniciativa. Fandiño, tras apresar al 'Rebecca', ordena amarrar al palo mayor a Jenkins, y allí mismo, desenvainando su espada, de un certero tajo le corta una oreja al tiempo que proclama: «Ve y di a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve».
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Aquel insulto a su graciosa majestad británica fue motivo suficiente para que, a pesar de la oposición del primer ministro Walpole, y tras ocho años de debates, el Parlamento inglés, presionado por comerciantes que se enriquecían con las trapacerías en el Caribe, declarara la guerra a España. Nueve años duró la contienda a la que se le llamó del Asiento –también se conoció popularmente como la de la Oreja de Jenkins–, no por ninguna referencia al sitio donde reposar las posaderas, sino porque el Asiento era un permiso especial para el monopolio del comercio de un producto determinado o de una ruta comercial específica.
Terminó el enfrentamiento con la derrota de los ingleses a lo que contribuyó el servicio de espionaje español y la valentía e ingenio de nuestro Blas de Lezo quien, en la famosa batalla de Cartagena de Indias, con una fuerza diez veces inferior, causó la mayor derrota a la poderosa y temida Armada inglesa. En 1750 Gran Bretaña renunciaría al Navío de Permiso y al Derecho de Asiento.
En nuestra muy querida España acaba de dar comienzo otra guerra, menos cruenta en lo físico, pero devastadora en el resto, y no me refiero a la que estamos librando con éxito contra el maldito coronavirus, sino a la política. Sánchez 'El Largo', afamado corsario, apoyado por filibusteros y algún que otro pirata, lleva disfrutando ya unos cuantos años de Asiento en La Moncloa, Doñana, La Mareta y el Falcon. La aprobación de los Presupuestos por el Congreso de los Diputados, tras una ridícula escaramuza librada en el Senado, ha supuesto una inyección de moral y optimismo para nuestro presidente y sus huestes que ya sueñan con seguir, desde el 'Asiento', filibusteando a su antojo. Casado 'El Flojo' pretende disputarle el sillón y ha dado orden a sus huestes de comenzar la Guerra del Asiento en versión moderna. El 13 de febrero tendrá lugar el primer choque en las campas de Castilla y León; le seguirán Andalucía, Valencia y quizás nuestra Murcia. Parece que los vientos no le son favorables a las naves sanchistas, ni a las de sus primos podemitas. A pesar del empeño del inútil caradura: don Tezanos, los resultados se vislumbran para las izquierdas malos, aunque menos que los que se dieron hace poco en la campa madrileña. Si los primeros choques salen mal, Sánchez 'El Largo' intentará dar la gran batalla antes que esos pequeños fuegos terminen por abrasarlo más de lo que está.
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Este truhán narcisista empieza a darme pena. Su 'baraka' se extingue como un pabilo, las cañas se le vuelven lanzas, en Europa cada vez pinta menos, por más que como muestra de amistad mande el mejor navío de nuestra Armada –qué paradoja, la fragata Blas de Lezo– y un moderno cazaminas, como apoyo a las fuerzas de la OTAN, Biden no le hace ni caso; sus socios filibusteros le han tomado la medida y, conocedores de su apego al asiento, lo están dejando en los huesos. el ocaso de este personaje apena hasta a los de corazón duro.
Dejando aparte el impostado dolor, digo y sostengo: que la guerra es la guerra. Animo a la flota popular a dar la batalla con arrojo y nobleza, y si, para conseguir la victoria que nos libre del dominio de estos sectarios asentadores, necesitan el apoyo de las naves 'voxistas', pídanlo con humildad y unan sus fuerzas. El error de Casado 'El Flojo' de disparar, una y otra vez, contra quien, a la fuerza, tendrá que ser su aliado, es incomprensible. En las campas de Castilla y León va a empezar una guerra. A quien Dios le conceda el Asiento, San Pedro se lo confirme.
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