Si la aldea global, en expresión de McLuhan, supuso, con la llegada de la televisión, la conversión del mundo en un barrio común, el internet trajo de vuelta la escritura, aunque fuese electrónica o virtual, pero escritura al fin y al cabo. El teléfono, por ... su parte, a medida que se fue extendiendo entre la población, había debilitado dos cosas: la comunicación epistolar, escrita, y la comunicación verbal cara a cara.
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Esa llegada masiva del teléfono ya alarmó a pensadores morales, que veían en ello una deshumanización de las costumbres y de las formas naturales de relacionarse. Sin embargo, otros vieron en ese invento una forma de acercamiento mayor, por ejemplo, entre personas distanciadas geográficamente. Eso, en época de nueva emigración, como hicieron antes sus abuelos es especialmente relevante, con el añadido actual de la videollamada, lo que permite ver el rostro de seres queridos y amistades.
Bueno, el internet, en cambio, devolvió la costumbre de la escritura en la comunicación. El @ permitió el correo veloz, inmediato. Claro, muchos, como dijo en vida Umberto Eco, dirán que internet ha dado voz a una legión de idiotas, pero ese es otro tema. El caso es que el correo electrónico, aunque fuese para una literatura meramente administrativa o comercial, recuperó la escritura.
La llegada posterior en el mundo virtual de las redes sociales trajo el griterío, pero también han servido para debates interesantes, especialmente en momentos extremos, como en el aislamiento colectivo durante la pandemia. Aunque, si bien se mira, si con el nacimiento de la tele vivíamos –y vivimos– en la aldea global, con las redes vivimos en una calle, siempre con los mismos 'amigos', diciéndonos unos a otros lo bien que nos ha salido la paella o lo bien que lo pasamos tomando quintos de cerveza.
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Bueno, el 'guasás' ha terminado por ahora por rizar el rizo. Pero el 'guasás', que nos acerca velozmente con su 'escritura', también nos aisla, por ejemplo cuando quedamos y cada uno está más pendiente de su 'guasás' que del que tiene enfrente o de la familia que tiene alrededor.
En fin, cada invento tiene lo bueno y lo malo en sí mismo. Quizás todo sea una cosa de buena educación. Ya saben, lo de la legión de idiotas de Eco. Pero ahora no me da el espacio, que me riñe mi jefe de Opinión si me paso en el número de palabras, y me temo que ya me estoy pasando.
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