Anticipamos esta semana que la reunión de los seis diputados de Ciudadanos tenía más enjundia de la aparente. En juego no solo estaba el timón ... del grupo parlamentario, sino también la mayoría en la Junta de Portavoces, clave para el control de la actividad legislativa y el escrutinio al Gobierno de López Miras, que obviamente estaba al tanto de este golpe de mano. Y así ocurrió. Con la abstención del presidente Alberto Castillo, los tres tránsfugas en el Gobierno sumaron la mayoría necesaria para convertir en portavoz a Francisco Álvarez, que hoy renunciará «a los 76.000 euros y el chófer en la puerta», que dijo Martínez Vidal. La lideresa no solo perdió la portavocía. Ella y Juan José Molina fueron pasados políticamente a cuchillo, al quedar relegados a comisiones sin fuste y excluidos de la que investigará la vacunación. Aún podrían acabar en el Grupo Mixto, si así lo votan Franco, Álvarez y Miguélez, y se abstiene Castillo. En este juego de tronos relucen las navajas cachicuernas.

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