La historia es un libro de instrucciones para afrontar el presente. A Miguel de Unamuno se le atribuye la famosa frase «Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir». No sabemos a ciencia cierta si Unamuno utilizó esas palabras el ... 12 de octubre de 1936 en respuesta a Millán-Astray. Lo que sí sabemos es que la frase refleja el pensamiento del escritor –vencer no es convencer y conquistar no es convertir– y que el mensaje es tremendamente actual.

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En Afganistán, 20 años después del comienzo de una guerra con la que Estados Unidos y sus aliados respondieron a los ataques terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono, los talibanes, que cobijaron y alimentaron a los autores intelectuales de aquella masacre –una herida en el corazón de occidente–, han vuelto a vencer y van camino de imponer su ideario fundamentalista y totalitario. Vencer no es poco, pero, como decía Unamuno, no es lo mismo que convencer y, a pesar de la brutalidad de los ganadores, sabemos que muchos afganos no están convencidos de viajar al pasado. Los talibanes ya ejercieron el poder entre 1996 y 2001 con funestos resultados. Entre otras lindezas, quemaron tierras fértiles, provocaron hambrunas, negaron a las mujeres la posibilidad de estudiar, prohibieron la música y la fotografía y, a través de sus 'patrullas morales', apalearon sin ton ni son por no lucir una barba lo suficientemente larga o, en el caso de las mujeres, por enseñar algún milímetro de piel o por salir a la calle sin compañía de un hombre...

Kabul está a 7.648 kilómetros de Madrid, lejos, pero el mundo mira hacia Afganistán porque allí se juega parte del futuro: la guerra insomne por la hegemonía global entre Estados Unidos y China, la batalla entre democracia y barbarie, el destino de Eurasia y el sinfín de conflictos sectarios e ideológicos en el islam atizados por las potencias de la región. En definitiva, lo que sucede en Afganistán nos afecta y afectará más aún si los talibanes vuelven a utilizar el Estado para promover su ideología totalitaria y el terrorismo internacional.

Recuerdo 'Manhattan-Kaboul', una bella canción que aborda esa conexión invisible entre los habitantes del planeta

El mundo es 'glocal'. El mito de la nación o el país insular –aislado– es una patraña de la extrema derecha, estamos conectados. La imagen de una militar española abrazando a una mujer afgana evacuada y recién aterrizada en Torrejón de Ardoz simboliza esa conexión. Simboliza también la fuerza de la empatía y de la solidaridad, el acierto del Gobierno de España en la gestión de esta crisis. España está en el mapa de la geopolítica actual: 'hub' europeo para la evacuación de afganos que han trabajado para la UE y sus Estados miembros y activistas de la sociedad civil, e importancia de las bases de Rota y Morón para la evacuación de afganas y afganos por parte de los Estados Unidos.

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Otro ejemplo de 'glocalidad' es la Amazonía, que también queda muy lejos de Murcia. Unos 8.000 kilómetros separan Manaos, la ciudad más poblada de esta selva que se extiende por 9 países, y nuestro Mar Menor. Sin embargo, la Amazonía está en el imaginario de todos como pulmón del planeta, fundamental para la captura de CO2 y la protección de la biodiversidad. Tan 'glocal' es el Amazonas que los Gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido proponen pagar a Brasil para parar la deforestación y asegurar la conservación del enorme bosque lluvioso. Pero antes de pagar, Estados Unidos y Reino Unido exigen al Gobierno brasileño demostrar que es fiable. Hasta ahora, bajo ejecutivo del extremista Jair Bolsonaro, la deforestación ha aumentado exponencialmente. Otros países como Noruega, que ya pagaban a Brasil, han congelado el envío de fondos. Lo 'global' y lo local interactúan.

Nuestro Mar Menor también es 'glocal' y forma parte de la identidad de muchos españoles y europeos que han pasado veranos y vacaciones a orillas de la laguna. En mi opinión, quizá la única buena noticia de los últimos días en relación con el Mar Menor es que la sociedad se ha cansado y manda un mensaje claro: ¡Basta ya! Basta de esconderse tras el ping pong entre administraciones, basta de escurrir el bulto. Ese juego ya no sirve. Solo sirven la responsabilidad y la determinación real de resolver el ecocidio. Las ruedas de prensa no resuelven el problema, las reuniones y la colaboración entre administraciones sí pueden resolverlo y, en todo caso, deben de servir para acercar posiciones.

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Me permito cerrar estas líneas recomendado 'Manhattan-Kaboul', una bella canción francesa que aborda esa conexión invisible entre los habitantes del planeta. Buen fin del verano y mejor inicio de curso.

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