Como soy de esos señores modernos que hacen la compra, porque en casa dividimos las tareas de hogar (yo me encargo de la cesta diaria y mi gato 'british', en el rol del mayordomo que podemos permitirnos los pobres, de limpiar, planchar y demás), me ... sorprendió encontrar en el 'super' una pionera y prestigiosa marca de gazpacho donde ponía: «gazpacho suave sin pepino». Supongo que esa marca, a cuyo dueño defendí hace muchos años de un demencial ataque en prensa, cosa que me agradeció, ha incorporado esto a su producción porque la buena gente se quejaba de que su gazpacho sabía a gazpacho, qué escándalo. Mi capacidad de maravilla no se ha visto alterada con la edad, síntoma de que me mantengo muy joven. Cuando la vida te deja de sorprender es que Dios está siendo cruel al no llevarte con él de inmediato. Y yo por el contrario me sorprendo, aún, con la misma frecuencia con la que el gran Josep Plà decía que bebía whisky: constantemente. Gazpacho sin gazpacho, como la carne sin carne.
Publicidad
El gazpacho, incluso el prestigioso, empezó hace tiempo a ser en toda España algo sin ajo, porque el uso del ajo entró en barrena en nuestro país desde que Victoria Beckham, alias 'la pija', dijo aquello de que Madrid, donde jugaba al fútbol su todavía marido, era «un sitio que apestaba a ajo». Bien, al gazpacho, y a todo, le quitaron el ajo, no fuera que se molestasen Victoria o el presidente del Barça Joan Laporta, que también mantenía que desde que se bajaba en la estación de Atocha «Madrid apesta», aunque él aludía no ya al ajo sino a los bocadillos de calamares de El Brillante, cuyo dueño, claro, se acabó suicidando. Luego le tocó el turno al pan frito del gazpacho, fuera. Hoy hasta mi prestigiosa marca ha arrinconado el gazpacho con pan bajo una denominación minoritaria, que no está disponible más que en unos pocos establecimientos, con el nombre un poco vergonzante, y hasta últimamente de derechas, de «gazpacho andaluz». En mi prestigiosa marca existe el «gazpacho tradicional» y el «gazpacho andaluz». Hasta donde se me alcanza, eran tradicionalmente la misma cosa, y llevaba su ajo, su pan y desde luego su pepino, como decía la canción de Sabina.
También veo que ahora se añade la tranquilizadora advertencia de gazpacho «con poco vinagre». Le queda medio telediario al vinagre: fuera también. Lo próximo será gazpacho sin tomate, da acidez. Y lo siguiente, ese mágico mantra contemporáneo: «gazpacho vegano». Cómo no se va a anunciar el gazpacho como vegano si la verdura aclaran en los supermercados que es «verdura vegana» (lo cual indica, supongo, que ningún bicho ha sido maltratado entre las hojas de una lechuga).
Mi capacidad de maravilla aumenta. Cada día me hago más joven, más niño, y el planeta también. Dios mío, déjame un poco más en este mundo, no me quiero perder el momento en que, con esta imparable imbecilidad, volveremos a ser protozoos.
Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.