Con la última campanada, las uvas comidas y un sorbo de champán, besé a los perros. Es lo que tocaba este año. Cualquier año. Me parece pretencioso pensar que 2021 va a ser mejor que el 2020. Ya veremos. De momento, el Concierto de Año Nuevo desde Viena no habrá tenido público pero sí a los pelmazos del ballet. Ahí no hemos mejorado. Quizá 2021 sea mejor para la mayoría, pero cualquiera tiene sus desgracias particulares. O sus alegrías particulares. Gibraltar, por ejemplo. Con el acuerdo. No lo hemos recuperado, como pretendían José Luis y su guitarra. No se renuncia a la soberanía que no tendremos nunca, pero vamos por ahí cantando como Marisol y sus amigos en 'Un rayo de luz': «Con las balas enemigas nos haremos los valientes, nos haremos gachas migas y palillos de los dientes». Para 15.000 trabajadores españoles es como un plan Marshall que no les retiran. Que la gran política piense en las personas no es tan normal, pero a veces pasa.

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