Los roles sociales desempeñan un papel fundamental en la forma en que nos comportamos, interactuamos y nos relacionamos con los demás. Estas convenciones sociales a menudo imponen expectativas y limitaciones que pueden ser restrictivas. En algunas culturas encontramos prácticas en las que se invierten los ... roles sociales durante un período de tiempo limitado como una forma de abordar conflictos y mantener la estabilidad social. Estas inversiones permiten a los miembros de la comunidad experimentar la vida desde la perspectiva de otros grupos sociales. A través de este mecanismo de homeostasis social se busca promover la empatía, la comprensión y el reconocimiento mutuo, fomentando en ocasiones la resolución o amortiguación de los conflictos dentro de la comunidad. En este baile de posicionamientos y ficciones, el humor y el absurdo podrían emerger como herramientas para desafiar y cuestionar estos roles, permitiéndonos explorar nuevas perspectivas y romper con la rigidez de las estructuras establecidas.
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El sociólogo Irvin Goffman, en su obra 'La presentación de la persona en la vida cotidiana', introduce el concepto de «teatro social» para describir cómo las interacciones humanas se asemejan a una representación teatral, donde los individuos aceptamos determinados papeles en función del contexto social en el que nos encontramos. Goffman se acerca a los detalles más sutiles de la interacción, como las expresiones faciales, los gestos y la comunicación no verbal que revelan información simbólica y ayudan a comprender la dinámica social subyacente. Uno de los ejemplos que refiere Goffman es el caso de un alumno sentado en primera fila, que trata de demostrar a su profesor que le dedica plena atención y escucha atenta. Lo hace con tal intencionalidad y 'performance' que es incapaz de procesar lo que el docente explica en clase: toda su energía se centra en la teatralidad que debe proyectar para que su interlocutor capte su intencionalidad. Estos detalles simbólicos e inconscientes revelan cómo las personas construyen y presentan su identidad social en función del contexto. Es importante señalar que Goffman sostiene que estas actuaciones teatrales no son falsas o engañosas, sino una parte fundamental de nuestras interacciones sociales. Al igual que los actores en un escenario, adaptamos nuestros comportamientos y expresiones para cumplir con las expectativas y normas sociales, moldeando así la impresión que queremos dar a los demás.
El humorista (monologuista, comentarista, analista; vete tú a saber qué más) Miguel Noguera, reconocido por su particular estilo de humor absurdo, explora en sus actuaciones y dibujos aspectos insólitos y triviales de la vida cotidiana. Su humor se basa en la observación minuciosa de los detalles aparentemente insignificantes, revelando así los mecanismos ocultos y las estructuras inconscientes que subyacen en nuestras interacciones diarias.
Noguera utiliza el humor como una lente crítica que desvela los absurdos y contradicciones de nuestra vida en sociedad. El humor, en este sentido, se convierte en una herramienta poderosa para el análisis sociológico y la comprensión de las interacciones humanas. En uno de sus escenarios imposibles, Noguera propone un método extravagante para la comunicación: la construcción de túneles subterráneos entre los hogares, permitiendo un acceso directo y secreto para compartir información o solicitar ayuda. Esta idea ilustra el absurdo de la búsqueda de métodos complicados y poco prácticos para establecer conexiones humanas. En otra ocasión, Noguera explica la situación inverosímil en la que un conductor tiene un accidente de coche al distraerse y quedarse mirando a unos peatones que lo observaban precisamente porque estaban esperando que el accidente ocurriera. En una espiral inabarcable no se sabe qué provocó el accidente, si el despiste del conductor o la propia expectación del público que anticipaba el hecho fatídico.
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Por último, Noguera imagina un cajón en el que depositamos todos los gestos que empezamos a hacer pero no terminamos. Saludos a medias, estrechar manos que nunca se llegan a tocar o abrazos interrumpidos. Esta idea absurda nos muestra lo ridículo de nuestras acciones y las interacciones cotidianas, y nos invita a reflexionar sobre la naturaleza incompleta y ambigua de nuestras comunicaciones.
Al desafiar la lógica y las expectativas convencionales, el absurdo nos invita a cuestionar por qué asumimos ciertos posicionamientos y cómo éstos influyen en nuestra forma de ser y actuar. El absurdo nos muestra la fragilidad y la artificialidad de las construcciones sociales, aunque se me antoja un recurso de corto recorrido, subordinado en última instancia a estructuras de mayor abundamiento, cercenado por protocolos imperativos detallados en cláusulas no escritas en nuestra nómina. Siendo esto así, que al menos el humor absurdo surja cada tanto como una invocación al escapismo; el chiste como cortafuegos y 'flaneuring' por los márgenes de la corrección centrípeta. Cuanto más ceremonioso sea el rol impostado, cuanto más solemne la reunión social, que peor sea el chiste que hagas.
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