Este fin de semana han sido las Fallas. Como es la fiesta de interés turístico nacional más cercana a la Región, todo murciano que se ... precie, mal que bien, alguna vez ha visto la liturgia propia. Eso de que en La Manga se pudiera sintonizar Canal Nou y hayamos vivido una suerte de inmersión lingüística en valenciano sin saberlo (no me digan ahora que no veían 'Tómbola', el primer programa del corazón de verdad de la historia española), pues también ayuda a que todo lo que esté al norte de Orihuela sea 'casi Murcia'.

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Las fallas tienen su aquel, es imposible negarlo: los ninots, los indultos, el fuego, la mascletá, las falleras. Valencia es todo lo que nosotros seríamos si fuéramos un poco más grandes, pero sobre todo si tuviéramos buen marketing. Supongo que han visto los típicos memes que circulan por WhatsApp de pueblos italianos de la Toscana que parecen sacados de película y por los que pagaríamos bastantes cientos de euros por visitar hasta que descubrimos que en realidad la imagen que estamos viendo no es de una idílica aldea al sur de Cagliari, sino una imagen de la calle principal de Villamediana del Sur, provincia de Cuenca. La diferencia entre lo exótico y lo cutre es, simple y llanamente, el marketing.

Este es un problema no menor para la ciudad y para la Región, y la solución es evidente que dista mucho de ser sencilla, pero sí hay muchas cosas bastante razonables que podríamos hacer para potenciar nuestra imagen sin gastar la ingente cantidad de dinero que por otro lado deberíamos presupuestar para que se nos empiece a tomar en serio.

Pero aprovechando que nuestros competidores mediterráneos directos están en plena fiestas locales, empecemos por entender cómo deberíamos reivindicar las nuestras y abramos el melón de entre los melones murcianos: cambiar la fecha del Bando.

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El Bando de la Huerta es un espectáculo por muchos motivos, pero el principal es que a excepción de la Feria de Sevilla no hay ninguna otra fiesta folclórica en la que la población se vista de una manera tan masiva con los trajes regionales. A pesar de la cantidad de años que han pasado desde que empezó a celebrarse, las peñas huertanas siguen siendo idénticas a antaño, la elección de la Reina de la Huerta es un proceso de selección bastante más duro que el de Fallera Mayor, los bailes tradicionales son los mismos, las barracas también, la gastronomía es única y el gran día es una fiesta como no hay otra igual en España.

Hasta ahí, todos de acuerdo. Que si viene un 'indepe' a un Bando sale gritando qué viva España si en Murcia son capaces de pasárselo tan bien como tan poco, que los madrileños descubren que hay vida en la Región fuera de la playa, que hasta en Cartagena nos adoran, que nos convertimos en la capital mundial de la felicidad. Todos de acuerdo hasta que llega el momento de la pregunta de por qué, si no hay lugar ni fiesta mejor, aquí no viene nadie de fuera ni por error.

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Y la respuesta, tan dramática como sencilla, es que la gente tiene la mala costumbre de querer comer y cenar todos los días y para eso necesitan trabajar. Y si nuestra gran fiesta es un martes laborable, absolutamente nadie va a sacrificar tres días de vacaciones para una fiesta de la que apenas han oído hablar porque nadie se ha molestado en explicársela.

Murcia, que siempre ha sido la Región más parecida a España de las 17 comunidades autónomas, es un poco ese pueblo de Cuenca al que todos quieren ir a ver cuando creen que es una villa italiana pero que pierde glamour cuando descubren que es manchega.

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Y no porque seamos peores, ni más cutres, ni menos valiosos. Simple y llanamente, porque desde hace mucho tiempo nos hemos resignado al amor propio como si no fuéramos capaces de enamorar a los demás.

¿Y saben qué? Que si las fallas ligan, no se hacen ni una idea de la cantidad de pretendientes que vamos a tener nosotros. O si no, prueben a pasar el Bando al viernes antes del Entierro, que en España no queda nadie sin nacionalizar murciano.

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