Hace 85 años, el gran Orson Welles asustó a una amplísima audiencia de radio en los Estados Unidos. Su programa 'La guerra de los mundos', basado en un relato de H. G. Wells, se emitió en noche de Halloween, el 30 de octubre de 1938. ... La genialidad del joven Welles quedó patente al sembrar el pánico en los radioyentes, que creyeron a pie juntillas que la ficción que se narraba en las ondas (la invasión de la Tierra por extraterrestres) era real. Este conocido episodio, culmen de la influencia en la sociedad de un medio de comunicación como la radio, cobra actualidad por el caso de los globos aerostáticos que aparecieron hace unos días en diversos lugares del planeta, empezando precisamente por los Estados Unidos.
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A todos nos inquietó la noticia de tales globos que circulaban por la atmósfera del norte de América y no sé de cuántos lugares más. Hemos podido ver unos vídeos, de esos que recibes por WhatsApp sin saber cómo, dónde y por qué, en los que se ven unos extraños artefactos circulares volando junto a aviones de combate que parece que los examinan desde sus blindadas cabinas. Más bien recuerdan un fragmento de película de ciencia-ficción de las muchas que se hacían antes, porque ahora, que yo sepa, se prefieren de otros géneros más reales y menos fantásticos. Los medios de comunicación destacaron hace dos o tres semanas el hecho, no solo por su novedad, sino por el cruce de acusaciones que los grandes países se hicieron a propósito de si eran globos espías, máquinas para medir fenómenos atmosféricos o qué. El caso es que los nervios se desataron de nuevo; los misiles los destruyeron en un plis plas, y si primero fueron los chinos los que invadieron el espacio aéreo americano, luego fueron los americanos los que invadieron el espacio aéreo chino. Da la impresión de que los rusos no se han metido en el asunto; quizás por lo ocupados que están en lo suyo de Ucrania.
No tenemos remedio. ¿Y si todo fueran cigüeñas arrebujadas, por aquello del refrán de 'por San Blas, la cigüeña verás'? No creo, porque los asiáticos no creen en San Blas y los americanos tampoco me parece que vayan a ponerse las velas para no tener enfermedades de garganta durante todo el año. Entonces, ¿qué demonios hacen chinchándose unos a otros de esa manera? ¿No tienen otra cosa en qué ocuparse? Echar la culpa a que los vientos han ocasionado el error de sobrevolar por donde no debían tampoco parece una brillante idea. Ya ha tenido que soplar Eolo para arrastrar al dichoso globo desde el centro de Asia al centro de América. De ahí que yo creo en la teoría del ovni que aduce parte de la prensa americana. Así se cierra el deseo de sacar las pistolas que parecían querer los países en conflicto, sin advertir el desastre que hubiera supuesto una guerra de globos aerostáticos. Ya sé que el amable lector esbozará una sonrisa cuando digo aquello de que creo en la teoría de los ovnis. Pero es que no me queda otro remedio.
Tengo que confesar mi pasión por aquella mítica serie que nos dejaba paralizados durante una hora a la semana, cuando la televisión ponía 'Expediente X'. No es que creyera en extraterrestres, ni que haya tenido un avistamiento de lucecitas que cruzan el cielo, por mucho que me esforzara mirando por la ventanilla de algún avión en vuelo nocturno, no. Pero Chris Carter, el guionista, tenía tanta imaginación que prolongó el invento hasta nueve temporadas en las que o salía un extraterrestre o se adivinaba. Y te lo crees. Mucho más que ese muñequito tan feo y tan gracioso, llamado ET, que se inventó Spielberg para solaz de los niños de todo el mundo. David Duchovny, el agente Fox Mulder, nos convenció de aquello de «la verdad está ahí fuera». Y la agente Dana Scully, por supuesto. Qué gozada de serie. Confieso que, como la tengo completa en un disco duro, no resisto la tentación de ver algún episodio de vez en cuando para rememorar mis años de juventud tardía.
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Volviendo a los globos chinos, me gustaría saber lo que opinan Mulder y Scully de la cosa. Él, más fantasioso, seguro que creería que es cosa de extraterrestres; ella, más sensata, diría que faltan pruebas. Menos mal que el debate no ha llegado a nuestro país. Así, no ha habido lugar a un nuevo enfrentamiento entre Gobierno y oposición.
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