En mi artículo anterior predije los resultados de las elecciones catalanas y los posibles gobiernos que se formarían: uno entre ERC, Junts y CUP, u otro entre ERC, Podemos y PSC. El primero, de corte separatista y exigente con Sánchez; el segundo, partidario de un ... referéndum pactado solo para catalanes (lo que es separatista, pues destruiría la soberanía del conjunto del pueblo español sobre todo el territorio de España), y aliado incondicional de Sánchez. Se me olvidó incluir la posibilidad de que no fuese factible formar gobierno por desavenencias entre los aliados, pero por lo demás mi predicción se ha convertido en una patente realidad.
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También predije que los únicos partidos defensores de la integridad de España sin ambages, esto es PP, Vox y Cs, quedarían en abrumadora minoría. Y así ha sido: de 40 diputados regionales (36 de Cs y 4 del PP) han pasado a 20 (11 de Vox, 6 de Cs y 3 del PP). Y ese descenso global tiene varias causas sinérgicas: la pandemia ha hecho que los electores menos motivados, los unionistas, se hayan abstenido de votar en mayor medida que los separatistas; los unionistas estaban desmovilizados por la evidencia de que el Gobierno español no los arropaba y por la creencia (errónea) de que la amenaza separatista se había esfumado, pues Torra se había tirado cuatro años cacareando, pero sin cometer ningún delito penado con cárcel, como la sedición o la rebelión, efecto benéfico derivado del ahora denostado artículo 155 y de la condena del Supremo: los separatistas aprendieron que se enfrentaban a una nación, la española, dispuesta a defenderse con su rey a la cabeza.
Siendo eso así, no explica por qué el fracaso ha sido desigual entre los tres partidos unionistas. Y hablo de fracaso de los tres: aunque Vox ha subido de cero a diez diputados, ha estado muy lejos de los 36 de Cs, mientras que Cs ha perdido 30, es decir 5/6 de su representación, y el PP uno, es decir 1/4 de la suya. Por eso, aun con reservas, he titulado el éxito de Vox y el fracaso de Cs y del PP.
Es fácil identificar las causas del éxito de Vox: en primer lugar, irrita profundamente a los separatistas, socialistas y comunistas, lo que motiva a los oprimidos por los separatistas y sus cómplices a votarlos, de modo que cada insulto que recibían en campaña era un voto más para ellos, y cada pedrada un saco de votos; además, han hecho un discurso duro contra los inmigrantes ilegales y contra la islamización, discurso que tiene muy buena acogida entre los trabajadores empobrecidos, pues es con ellos con quienes compiten los inmigrantes ilegales, dispuestos a aceptar peores condiciones de trabajo y sueldos más bajos, y es en sus barrios donde los escasos delincuentes inmigrantes, que en términos relativos delinquen tres veces más que los españoles, cometen la mayoría de sus desmanes. Justos esos fueron los motivos que condujeron al popular Albiol a ganar la alcaldía de Badalona: implicarse en una lucha a fondo contra la suciedad, la delincuencia y las ocupaciones de viviendas. Y hoy vuelve a estar de alcalde.
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Las causas del declive de Cs también son perceptibles: la enorme desilusión provocada por el hecho de que Arrimadas no presentase, siquiera de forma testimonial, su candidatura a presidir la Generalidad, aun sabiendo que no saldría, deserción agravada por emigrar a Madrid, abandonando a los que la habían apoyado para combatir al separatismo. También cuenta que cambiasen a la bravas a Lorena Roldán, elegida en primarias, por Carrizosa, el portavoz parlamentario, y, finalmente, que Arrimadas no tuviese mejor ocurrencia que ponerse a pactar con Sánchez, el presidente que gobierna con Podemos, partidario de la autodeterminación, apoyado por ERC y los separatistas vascos y valencianos. Receta infalible para fracasar en Cataluña.
En cuanto al PP no basta con recurrir al efecto demoledor de la masiva propaganda mediática en todas las televisiones de las acusaciones de Bárcenas contra los equipos de Aznar y Rajoy, sin aportar por ahora ninguna prueba documental. Ese efecto es cierto, pero insuficiente. Quizás también haya pesado que en los tres primeros puestos solo había un miembro del PP, lo que desmotivó a los afiliados, y que la tercera hablase en campaña de perder el miedo a la palabra 'indulto'. Demoledor. Pero lo que más ha pesado es la desorganización del PP en Cataluña: el hecho de que hubiese que llevar desde el resto de España un contingente de interventores para fiscalizar las votaciones indica claramente que no hay una red capilar de núcleos de afiliados en el territorio. Y, sin esa base, es imposible captar votos. La primera tarea del PP catalán es construir partido en su territorio.
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