Qué esperar de la cumbre del clima
EL FOCO ·
Los avances tecnológicos, las oportunidades de la transición energética y el viraje del sector privado y la sociedad civil hacia una economía baja en carbono nos impulsanEntre hoy y el 12 de noviembre se celebra en Glasgow la COP26. Es la cita climática más importante desde la adopción del Acuerdo de ... París en diciembre de 2015 y (probablemente) la de mayor complejidad. Pese a los avances registrados desde entonces, los datos de emisiones y el ambiente previo a la cumbre indican que el resultado de la COP 26 no será todo lo ambicioso que pide la ciencia, si bien se trabaja en acuerdos aceptables para las partes a fin de mantener viva la esperanza de limitar las temperaturas medias globales a 1,5ºC en comparación con la era preindustrial.
Según el informe especial del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sobre los impactos de un mundo 1,5ºC más caliente, es necesario reducir las emisiones de CO2 en 2030 entre un 25% y un 45% con respecto a los niveles de 2010 para limitar el aumento medio de las temperaturas a 2ºC y a 1,5ºC respectivamente. Los 143 compromisos determinados a nivel nacional presentados (conocidos como NDCs) aumentarán las emisiones de gases de efecto invernadero en un 15,9% en esa fecha con respecto a 2010, según el informe publicado por la secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático el pasado día 25.
Conscientes de que no se va a cerrar la brecha entre compromisos de reducción de emisiones y objetivos de limitación de temperaturas, se está considerando que de la cumbre de Glasgow salga un compromiso para revisar al alza las NDCs de los países antes de lo previsto, en 2023, coincidiendo con el proceso de evaluación del progreso (conocido como Global Stocktake o GST). Los países en desarrollo, sin embargo, no parece que vean esta propuesta con buenos ojos ya que el aumento de sus compromisos está condicionado, entre otros factores, a una financiación climática internacional comprometida que no se ha materializado en su totalidad.
La transición energética será dura, pero no tanto como ver a nuestros hijos luchar por la comida o el agua
Ya en 2009 los países desarrollados se comprometieron a aumentar la financiación climática a los países en desarrollo para que estos pudieran reducir sus emisiones y adaptarse a los impactos del cambio climático. El objetivo era llegar a 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 y elevar dicha suma en 2025. La OCDE publicaba recientemente que la brecha en el cumplimiento de ese compromiso ascendía en 2019 a más de 20.000 millones de euros. Comprendiendo la importancia de la financiación climática internacional para el incremento de la ambición y el buen desarrollo de las negociaciones, a principios de la semana pasada se publicaba un plan para cerrar la brecha. Si se cumple dicho plan en 2023 se alcanzarán los 100.000 millones de dólares anuales. Está por ver si este retraso en los compromisos financieros de los países desarrollados a los países en desarrollo frena el avance de la COP en el resto de los ámbitos.
Relacionado con lo anterior están los avances en cuanto al acceso a la financiación, la previsibilidad de la misma y su equilibrio para la reducción de emisiones (mitigación) y para la adaptación a los impactos del cambio climático. Casi dos terceras partes de la financiación climática internacional se han destinado a mitigación, frente a algo más de un cuarto orientada a la adaptación, un desequilibrio que se pretende corregir en las decisiones de la COP.
Importantes también para los países en desarrollo serán los avances en lo relativo a la definición y consecución del objetivo global de adaptación. De hecho hay países que han solicitado que el IPCC analice en el séptimo informe de evaluación la evolución hacia el objetivo de adaptación. Es también esencial para los países vulnerables que se ponga en marcha la Red de Santiago sobre cómo abordar las pérdidas y daños (impactos a los que no podrán adaptarse), más allá de una mera página web, para capacitar de manera efectiva a los países. Si bien serán los más vulnerables los más afectados por las pérdidas y los daños, sería de interés abrir el debate sobre este tema en países desarrollados que, como España, son susceptibles de experimentar tanto fenómenos extremos como fenómenos de desarrollo lento en mayor medida que los países del norte de Europa.
Por último, en Glasgow se negociará, de nuevo, el cierre del libro de reglas de implementación del Acuerdo de París. Los temas por tratar incluyen el cierre del marco de transparencia mejorada para el seguimiento de los compromisos, decidir si revisamos nuestros compromisos cada cinco o cada diez años y cerrar el artículo 6 que trata sobre los mecanismos de cooperación (mecanismos de mercado y no de mercado). Los mecanismos de mercado, inspirados en los usados en el Protocolo de Kioto, podrían ofrecer flexibilidad a los países en la reducción de sus emisiones gracias a proyectos (por ejemplo de desarrollo de energías renovables) que se realizarían en terceros países.
Las prioridades para la UE en cuanto al cierre del libro de reglas del Acuerdo de París son: que se revisen los compromisos cada cinco años, que no se reabra la asimetría entre países en desarrollo y países desarrollados y que las reglas relativas a los mecanismos de mercado aseguren el cumplimiento de ese pacto. Para ello, debería evitarse la doble contabilidad en los mecanismos de mercado, así como limitarse el uso de créditos a partir de proyectos del Protocolo de Kioto.
Las posiciones históricamente contrapuestas en materia de mecanismos de mercado entre Brasil, la UE y Estados Unidos, entre otros, hacen prever debates intensos, si bien se han puesto encima de la mesa propuestas para el acercamiento de posturas. Se debería, además, dar flexibilidad a los países para proporcionar información sobre el progreso, sin reabrir las diferencias del pasado.
Al igual que dos años antes de Copenhague (2009), en Glasgow las expectativas para la COP26 eran altas antes de la pandemia. Al igual que en París en 2015, antes de la COP las expectativas se han reducido considerablemente. A diferencia del pasado, los avances tecnológicos, las oportunidades de la transición y el viraje paulatino pero inexorable del sector privado y de la sociedad civil hacia una economía baja en carbono nos acompañan. Sin embargo, la transición, como decía Timmermans al presentar el paquete Fit for 55, va a ser dura, pero más duro será ver a nuestros hijos luchar en las guerras por el agua o por la comida. Es hora de despertar.
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