De vez en cuando la naturaleza bosteza, tose, se retuerce, y nos deja boquiabiertos recordándonos que el contrato de arrendamiento que poseemos no es indefinido. Lo esencial, el aire que respiramos, aquellos a los que amamos, la salud, emerge desde las entrañas para dejarnos la ... consciencia de que andamos enredados a todas horas en una vida que tiene que ver con ella, pero que no es exactamente vida.

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Las imágenes de los efectos del terremoto en Turquía y Siria me devuelven una realidad plomiza e impactante y, por un momento, me he sentido como un avatar de mí misma. Camino como una zombi después de ver a un hombre sentado entre las ruinas dando la mano al cadáver de su hija tumbada y aplastada en el colchón de su cama. Tiene la mirada fija, perdida, no se mueve, solo está suspendido en una aceptación lacerante. Abajo, en las calles, caminan personas desorientadas, aterradas, que llevan el móvil en la mano y levantan el brazo para que una imagen certifique la realidad que no ven. Me fijé en ellos cuando se deslizaban los vídeos de las casas derritiéndose a su paso, vi que algunos corrían hacia atrás móvil en mano para registrar el momento del derrumbe casi por encima de su propia supervivencia.

Esta impensable y descorazonadora vida de 'voyeurs' me hizo pensar en los resultados de una encuesta que se hizo en Europa a los jóvenes entre los 15 y los 29 años. Me fijé en los resultados de España, y allí estaba el desastre; un tercio de estos jóvenes tenía el sueño de llegar a ser 'influencer' o para ser más específico, creador de contenidos digitales para las redes sociales. Los 'influencers' se han convertido en auténticas estrellas para los jóvenes, así que no es extraño que mientras el mundo se deshacía alrededor de los jóvenes turcos, no pensaran solo en salvar la vida física, porque la vida era también la otra, la de esa identidad de adoración y dictadura de contenidos.

Ahora, admito que mi generación analógica ha estado mirando las estrellas, con miedo a enfrentarnos a una realidad que desconocíamos y para la que se nos ha olvidado que el equipaje de supervivencia es siempre el mismo: el cerebro hidratado, los conocimientos en forma y los músculos entrenados. Algunos de estos requisitos fueron olvidados cuando un 'like' empezó a dar sentido a la vida de estos hijos nuestros que no quieren ser abogados, científicos o maestros, sino que se desviven por tener seguidores. Tenemos excepcionales imágenes de la catástrofe, incluidos los jóvenes corriendo con un móvil en la mano.

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