Que las empresas somos mucho más que una actividad económica queda ya fuera de toda duda. Coincidirán conmigo, estoy seguro, en que somos protagonistas imprescindibles ... del desarrollo social. Que nuestra implicación y responsabilidad son fundamentales para avanzar como sociedad y hacer realidad día a día lo que conocemos como Estado del Bienestar.

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Que esto sea así tiene mucho que ver con la idiosincrasia de quienes representamos la mayor parte del tejido empresarial: las empresas familiares.

Visión a largo plazo, voluntad de continuidad, compromiso o arraigo local son algunos valores que siempre nos han caracterizado. Pero ni mucho menos son los únicos. Espíritu emprendedor, capacidad de innovar o profesionalización nos definen igualmente y forman parte de nuestra esencia. La suma de unos y otros es lo que permite que seamos, sin duda, la locomotora que facilita el progreso socioeconómico de nuestra Región y de nuestro país.

Esto es así cuando las circunstancias son favorables y, todavía más, cuando el contexto es adverso. El camino para superar la crisis en la que nos encontramos y que arrastramos desde hace tiempo, fruto de esta tormenta perfecta donde la economía se resiente con una inflación desmesurada y una estructura de costes cada vez más insoportable como empresas que penden de un hilo, es seguir el ejemplo de gestión de las empresas familiares. Es decir: unidad, capacidad de superación, cultura del esfuerzo, sentido común y contención.

Cada vez que tenemos la oportunidad de juntarnos, hace unas semanas en la segunda edición del ya consolidado Foro Avanza o dentro de unos días en los premios Herentia, cualquiera puede comprobar que los empresarios familiares seguiremos estando ahí. Que no nos rendiremos por difíciles que sean las circunstancias. Que seguimos encontrando caminos para continuar aportando al progreso y a la estabilidad.

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Las empresas familiares tenemos mucho que aportar a la hora de planificar cómo afrontar los retos presentes y futuros. Por eso, ponemos nuestra experiencia y capacidad al servicio de la sociedad de la que formamos parte. Queremos colaborar de manera activa y constructiva para aplicar las soluciones que necesitamos. Ahora más que nunca es imprescindible potenciar la colaboración público-privada y eliminar todas las trabas innecesarias que dificultan alcanzar unos objetivos positivos para todos.

Uno de los grandes retos a los que tenemos que hacer frente es la sucesión. En nuestro colectivo, con las organizaciones empresariales como Amefmur en un papel muy activo, llevamos años trabajando para sentar las bases que agilicen un proceso tan complejo como necesario. Este esfuerzo necesita, para ser efectivo, de trámites burocráticos y administrativos más sencillos y de una fiscalidad que motive a las nuevas generaciones a dar el paso y continuar con el legado familiar.

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Dar ese paso es sinónimo de un mejor futuro para todos. Un futuro marcado por la evolución tecnológica y la digitalización, dos aspectos que nos obligan a cambiar los modelos de liderazgo que conocemos. La innovación es la base para ser capaces de seguir aportando valor a las comunidades donde operamos.

Y lo hacemos con la conciencia de que si queremos mantener nuestro modelo actual de vida es necesario cambiar algunas cosas. Sabemos que tenemos que ser capaces de armonizar las necesidades que tenemos hoy sin poner en peligro las de mañana. La sostenibilidad, un concepto hoy muy de moda, es seña de identidad de las empresas familiares desde siempre. Sin ser sostenibles no es posible mantener compañías a lo largo de generaciones durante más de 100 años. Y tenemos varios ejemplos que lo han conseguido –y otros que están en el camino– muy cerca de nosotros.

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La humanidad afronta una serie de desafíos globales de un enorme impacto. La crisis energética, el cambio climático, la transformación digital o las desigualdades sociales son problemas que se incrementaron con la pandemia y han seguido deteriorándose tras la actual crisis económica, impulsada por la guerra de Ucrania.

Unos retos que exigen medidas y acciones concretas y transversales, sin decisiones basadas en cuestiones ideológicas y populistas, por parte de todos los agentes sociales y económicos implicados en el desarrollo del país. Y, por supuesto, ahí tenemos que estar las empresas familiares.

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Desde Amefmur seguiremos trabajando para que así sea. Defendiendo la relevancia económica y social de las empresas familiares, trabajando codo a codo con la administración pública, reforzando la colaboración y cooperación dentro del colectivo, compartiendo buenas prácticas o impulsando la formación.

Nos espera un futuro incierto, pero las empresas familiares estamos preparadas. Una vez más, volveremos a dar la cara. Sigamos caminando.

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