Termina una semana en la que varios sobresaltos violentos en Europa deben alertar no solo a las autoridades de sus respectivos escenarios, también a los responsables comunitarios. En el episodio más trágico murieron diez personas de distintas nacionalidades, entre ellas el autor del ataque a ... un centro de formación de adultos en la ciudad sueca de Orebro. La policía investiga a un criminal de 35 años al que no tenía en el radar, con problemas psicológicos conocidos que le vedaron el acceso al ejército pero no a la licencia para poseer varios rifles, que acabó empleando contra inocentes. Los tiroteos masivos son excepcionales en Suecia, no así la violencia del crimen organizado como la exhibida en tres tiroteos en poco más de 24 horas en el corazón de la UE. Bruselas, familiarizada en el pasado con los zarpazos del terrorismo islamista, afronta ahora sucesos probablemente vinculados entre sí y con la actividad de bandas de narcotraficantes cada vez más peligrosas y alimentadas por la cercanía del puerto de Amberes. Los enormes ingresos que genera el negocio de la cocaína y la violencia asociada, que conocen bien los vecinos Países Bajos, amenazan la seguridad de todos los europeos.
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