La iniciativa del premier británico, Keir Starmer, de convocar a veinte gobiernos europeos y miembros de la OTAN para tomar la delantera en apoyo a ... Ucrania, coincidió esta semana con el acuerdo alcanzado entre conservadores, socialdemócratas y verdes alemanes para relanzar su industria de defensa y con la insistencia del francés Emmanuel Macron en que Europa se haga presente con una fuerza de paz conjunta. Hoy el Consejo de Exteriores de la UE abordará también la cuestión. El jueves, en Londres, los responsables militares de la llamada «coalición de voluntarios» avanzará en la disposición de tropas que contribuyan a la seguridad de Ucrania. El mensaje de Starmer ha sido rotundo, ante las dilaciones de un Vladímir Putin que trata de ganar más terreno a cuenta de la soberanía ucraniana: reducir el margen de maniobra del Kremlin, mientras Pedro Sánchez continúa modulando su posición al respecto, para así atemperar la contestación de sus socios de legislatura. Pero con el riesgo de que tal empeño acabe tergiversando los hechos.

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En su comparecencia del jueves tras su ronda de contactos, el presidente desgranó argumentos que resonaron también ayer en los congresos de los socialistas de Cantabria y Aragón. Sánchez señala que la amenaza que representa la Rusia de Putin es distinta para los países europeos que limitan con ella que para España. Para los primeros cuenta el riesgo cierto de invasión física, mientras que en nuestro caso nos enfrentaríamos a una agresión híbrida a distancia. A partir de lo cual Moncloa recrea la diferencia conceptual entre defensa y seguridad, para acabar apelando a la solidaridad que España debe mostrar hacia los países más amenazados por el expansionismo del Kremlin y diluyendo así nuestra responsabilidad al respecto. Solo que la naturaleza híbrida de la amenaza incluye la desinformación, de la que son actores principales aquellos de sus socios que propugnan la salida de la OTAN y deploran todo propósito de rearme eludiendo que su causa está en Moscú. Tampoco Francia y Reino Unido, con armas nucleares, tienen motivos para sentirse a merced de Rusia. Y la centralidad de Alemania no la obligaría necesariamente a comprometerse con la defensa de Ucrania. La pedagogía que está empleando Sánchez podrá limarle asperezas con sus aliados. Pero le empequeñece tratar a los españoles y al resto de los europeos como menores de edad. España no puede hacer frente a la amenaza de Putin simulando que, en realidad, trata de solidarizarse con los finlandeses.

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