La editorial británica de Roald Dahl ha sustituido la palabra 'gordo' por 'enorme' de sus relatos por la misma razón que el PP cambió 'imputado' por 'investigado' en la Ley de Enjuiciamiento Criminal y el PSOE sustituyó en el Código Penal el delito de 'sedición' ... por el de 'desórdenes públicos agravados'. Por pura conveniencia. Comercial en el caso del autor, y política en el caso de los dos grandes partidos. El lenguaje evoluciona como todo lo vivo, pero reescribir lo creado en el pasado para eliminar palabras potencialmente ofensivas es cosa muy discutible. Aunque estos cambios cuentan con el visto bueno de los herederos del autor de 'Charlie y la fábrica de chocolate', es más que improbable que al autor fallecido en 1990 le hubiera parecido bien lo que se va a hacer. En vida estuvo sometido a fuertes críticas y a relaciones tormentosas con sus editores, pero nunca cedió. Convertir su narrativa en inofensiva, en cualquiera de sus acepciones, le hará removerse en su tumba. Con razón.
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