Uno de los deberes cívicos es ofender, en un mundo que necesita imperiosamente ser ofendido. Soy muy comprensivo y nada tolerante: trato de comprender cualquier cosa, pero nunca de aguantar cualquier cosa. Si dijera que respeto la memocracia imperante, que ya adquiere aspecto de auténtica ... regresión de nuestra especie, estaría rebajando todo lo demás. A esa convicción creo que ahora lo llaman fascismo.

Publicidad

No hay jamás que humillar ni a una mosca, pero es bueno ofender un poco a los dispuestos a sentirse ofendidos por todo. Por su bien. Para que sepan dónde acaba su oscura secta y dónde hay que empezar a abrir las ventanas. Uno de mis momentos favoritos es cuando logro expulsar de una cena a los que miran con asco mi chuletón de un kilo crudo y con el mismo asco a mí, declarando, dando una homilía, que ellos solo comen alpiste «por un mundo mejor». Ah, un mundo mejor: esos falsos profetas, todos satánicos. «El que nunca se presenta con su verdadero nombre», advirtió el santo Wojtyla, no refiriéndose, claro, a Pablo Iglesias cuando se presentaba como «socialdemócrata»: no era el Diablo, solo un enviado. Les digo, sin bromear mucho, que yo me comería con gusto su alpiste y luego a ellos mismos si hiciese falta. Se me ofenden. Durante muchos siglos la gran cuestión religiosa sobre la comida fue establecer cuándo era aceptable alimentarse con carne humana. Grandes figuras espirituales dictaminaron que, cuando se fuera a morir de inanición, era aceptable devorar un cuerpo humano al que hubiese abandonado ya el alma. Estamos dentro de las especies agradables para comer para todos los carnívoros: carne con bastante sabor, entre el caballo y el cerdo, un poco dulce. No suena mal.

En cambio, pronto la gran cuestión religioso/alimentaria va a ser dictaminar qué haremos los omnívoros para seguir comiendo carne cuando desaparezca (no tomamos en cuenta la de laboratorio). La Escuela teológica de Salamanca concluyó hace siglos que para acabar con una tiranía era lícito el magnicidio. Cuando ya no haya carne natural a causa de la dictadura de los que van a multiplicar sus fortunas gracias a esa opresión, ¿será moral que nos los comamos a ellos?

El canibalismo podrá ser en un futuro, no un tabú que separa la civilización del salvajismo (como hasta hoy), sino al contrario, una especie de resistencia civilizada frente a una tiranía salvaje que ya asoma. Espero no den lugar. Mientras, avisemos a los ofendidos que no renunciamos a nuestros colmillos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad